Toretto, un perro de raza similar a pitbull permanece a salvo luego de sufrir una agresión. El pasado 4 de agosto, las cámaras de seguridad registraron cómo era golpeado por uno de los integrantes de la familia con la que vivía, en la parroquia de Conocoto, al suroriente de Quito. 

Esa escena, que a cualquiera le parte el alma, encendió la indignación entre vecinos y activó a la Unidad de Bienestar Animal (UBA), del Municipio de Quito. Los técnicos de dicha entidad acudieron en varias ocasiones para verificar la denuncia. 

¿Cómo encontraron a Toretto?

En dos visitas no lograron encontrar a los tutores, pero el pasado fin de semana finalmente pudieron ingresar y constatar lo que había pasado. Allí estaba Toretto, con la mirada baja y el rabo apagado, como si supiera que había sido traicionado por quienes debían cuidarlo.

La versión de la familia fue que se trató de un “hecho aislado”. Según dijeron, el hijo menor de edad había sacado al perro a pasear y, tras ensuciarse en el parque, reaccionó de manera impulsiva y lo golpeó por varias ocasiones. 

El relato suena a justificación, pero la UBA fue tajante al indicarles a los tutores que los golpes nunca son un método de educación con los animales de compañía porque, según ellos, solo generan miedo, dolor y un daño emocional profundo en los animales.

¿Qué pasó con Toretto?

Por esa razón, Toretto fue retirado de inmediato del hogar como medida de protección. Ahora recibe atención veterinaria y una evaluación de comportamiento en el centro de la UBA, donde al menos podrá sanar con caricias lo que antes solo fueron heridas. También será esterilizado para garantizarle un futuro más seguro y digno.

El maltrato animal en Quito no es un tema menor. La normativa establece que esta conducta es una infracción muy grave, sancionada con una multa de hasta 10 salarios básicos unificados (4.700 dólares). 

En este caso, como el agresor es menor de edad, se elaborará un informe para determinar la sanción correspondiente.

La UBA hizo un llamado a la ciudadanía a no guardar silencio frente a la violencia hacia los animales. Detrás de cada ladrido apagado y cada mirada triste hay un ser vivo que siente, sufre y espera afecto. La historia de Toretto es un recordatorio doloroso de que todavía falta mucho por aprender en la capital de los ecuatorianos. 

¿Quieres acceder a todo el contenido de calidad sin límites? ¡SUSCRÍBETE AQUÍ!