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Buena Vida
Gatorium, una terapia a punta de maullidos
El espacio abrió en febrero, pero cerró durante los meses más duros de la pandemia. Hoy, trata de reactivarse para cuidar de los gatitos que ahí viven
El saludo de los mininos del Gatorium es un cálido ronroneo. Allí, una docena de felinos recibe a los visitantes de ese espacio terapéutico, ubicado en el norte de Quito. Ellos son los protagonistas. Paúl Aguilar, creador del sitio, asegura que en la capital no existe un lugar similar.
El Gatorium, además de contar con un área para que las personas interactúen con los gatitos, de todas las razas, colores y edades, tiene una pequeña cafetería con la que se sostienen los gastos de los animalitos, en su mayoría rescatados.
Fue el pasado 14 de febrero cuando el sitio abrió sus puertas. La felicidad de Paúl, un sicólogo, de 33 años, duró apenas un par de semanas hasta que la pandemia desatada por el coronavirus cerró el local durante los meses más difíciles de la crisis.
Hoy, como muchos otros lugares, intenta reactivarse. “Es el primer centro de bienestar humano animal. Un espacio en el que se realiza yoga y tai chi”, narra Paúl.
Siete de los animalitos que viven en el Gatorium recibieron entrenamiento como educadores o 'coachs'. Ahora, son la guía de los demás para comportarse de forma adecuada con los visitantes. No hay un macho alfa. Todos se han adaptado a la dinámica del refugio. El área gatuna es tranquila. Hay música y la gente se sienta en el suelo para interactuar con ellos.
El origen
Fueron dos gatitos los que dieron inicio al proyecto. Paúl los halló en una quebrada. Tenían una deformidad en sus patas. “Con ellos comencé, se los adoptó, hubo que amamantarlos y educarlos”, describe. Kubo es el nombre de uno de los gatitos, el precursor de la iniciativa que recibe diariamente a personas de todas las edades.
“En su mayoría adolescentes que convencen a sus papás o mujer que traen a sus parejas”, detalla. La crisis sanitaria ha cambiado la organización del establecimiento. Hoy, quienes quieran visitar a los gatitos deben agendar una cita. El ingreso tiene un valor voluntario (mínimo un dólar). Con este se solventan los gastos de los mínimos.
Un grupo de voluntarios cepilla y alimenta a los animalitos. Luego los alista para recibir a los visitantes.
Desde las 08:00 hasta las 11:00, los felinos reciben su comida, aseo y entrenamiento. Al culminar con esas tareas tienen un tiempo libre del contacto humano hasta las 15:00, hora en que el Gatorium abre al público.
“Los gatitos saben trucos como adivinar en qué vaso está la pelota, incluso saltar a mi hombro”, resalta Paúl.
Para el creador de la iniciativa se trata de una opción integral, ya que se apoya al cuidado de animales rescatados y funciona como terapia para las personas. El objetivo es que, con el tiempo, pueda extender la acción social y seguir fomentando la adopción.
- Curiosidades del refugio
En la parte externa del espacio, los animalitos tiene varios juguetes para entretenerse. Allí también están los areneros.
La situación económica ha sido muy difícil para el Gatorium. Además del arriendo del espacio, deben pagar las vacunas y esterilizaciones de los felinos.
En las últimas semanas, el espacio ha sido muy visitado debido a que los usuarios de la red social Tik Tok han compartido videos en el lugar.
Los precios en la cafetería van de entre dos y seis dólares. Se trata de platillos vegetarianos y bebidas naturales.