Padres de familia arreglando la corbata de sus hijos, peinándolos o aconsejándolos para que se comportaran de buena forma durante el nuevo año lectivo: esas fueron algunas de las escenas recurrentes en algunos establecimientos educativos de Quito.

Este 1 de septiembre, más de 1,7 millones de niños y adolescentes volvieron a las aulas para iniciar un nuevo ciclo académico, que durará 200 días. Muchos estaban contentos por ver a sus compañeros; mientras que otros todavía querían unos días adicionales de vacaciones.

Por su parte, los padres de familia tenían incertidumbre sobre algunos temas que saltaron durante el proceso de matriculación de sus representados.

Emilio Flores, quien tiene a su hijo en un colegio particular del norte de Quito, se mostró preocupado cuando le recomendaron que le indicara a su pequeño que no puede usar la capucha del uniforme de educación física porque, según las autoridades del plantel, sería un identificativo de estudiantes que estarían deprimidos, en consumo de drogas o incluso dentro de una pandilla.

Padres con incertidumbre

Esto también vivieron algunas madres de alumnos del sur capitalino, como Laura Herrera, a quienes les habían informado que como parte de las normas de convivencia en el plantel, era recomendable que los estudiantes asistan sin utilizar piercings y tampoco con el cabello tinturado.

Ella señaló que este tipo de medidas profundiza los estigmas y estereotipos dentro de la comunidad educativa. “Son expresiones propias de la identidad que nada tienen que ver con el buen comportamiento o rendimiento escolar del estudiantado”, argumentó.

¿Qué es el código de convivencia?

EXTRA dialogó con un funcionario de un distrito de educación del norte de Quito, quien explicó que el ministerio del ramo no genera códigos de convivencia para el sistema educativo, sino que plantea lineamientos y políticas para su construcción en temas como seguridad, violencia, comportamiento en el aula.

Según el servidor público, son los mismos planteles los que determinan este código mediante la conformación de un consejo educativo. Ellos analizan las problemáticas recurrentes en el año lectivo pasado y, con base en dicha información, generan este documento.

Antecedentes de violencia

En el período anterior hubo dos hechos que generaron conmoción en la comunidad: la agresión de una estudiante a otra en el parque Itchimbía y el ataque armado dentro de un plantel del norte de la ciudad, que habría sido dirigido a un docente.

El funcionario indicó que, por lo menos, en dos colegios de su distrito prohibieron el uso de gorras y aretes.

Análisis de una experta

La psicóloga educativa María Gabriela Rubio señaló que los códigos de convivencia en las escuelas y colegios buscan garantizar respeto y armonía entre toda la comunidad educativa. 

Sin embargo, analizó que la polémica surge cuando las normas se extienden hacia aspectos personales, como los tatuajes, piercings o el color del cabello.

La experta puntualizó que imponer restricciones en estos ámbitos significa cruzar la línea de la identidad y la personalidad de los alumnos, lo que no debería ser competencia de la institución. “Restringir estas expresiones puede tener un efecto negativo en la salud mental”, añadió.

Rubio advirtió que estas prohibiciones podrían incentivar la discriminación y debilitar el rol inclusivo de la escuela. En su lugar, la psicóloga sugirió reforzar valores como portar con orgullo el uniforme completo y limpio, la puntualidad y el respeto a los símbolos institucionales.

Así ya lo hizo el presidente Nayib Bukele en El Salvador, donde los estudiantes de establecimientos educativos públicos deben portar el uniforme limpio y ordenado, cortarse el cabello de una forma adecuada, tener una presentación correcta e ingresar a la escuela o colegio con un saludo respetuoso, según dijo el mandatario salvadoreño en un evento público.

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