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Ecuador

En Colonche, las abejas son 'socias' de los comuneros
Los peninsulares transforman campos secos en fincas productivas con el trasvase de agua, impulsando la apicultura y cacao para exportación
En Colonche, parroquia rural de Santa Elena, el zumbido de las abejas ya no es solo parte del paisaje: es el sonido de la prosperidad. Lo que antes eran campos áridos y abandonados, hoy se ha convertido en fincas vivas, donde la miel de abeja es para muchos comuneros un verdadero ‘oro líquido’ que sostiene a familias enteras.
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“Las abejas son mis socias”, dice Mateo Lima, comunero de San Marcos, mientras se enfunda sus botas de caucho y enciende el ahumador para acercarse a sus colmenas. Con cuidado extrae los panales rebosantes de miel, que luego llevará a ferias locales y a casas de Salinas y La Libertad.
“No me quejo. Ellas me dan de comer, me ayudan a educar a mis hijos y hasta me llevarán a una feria nacional en Latacunga”, comenta orgulloso.

Su emprendimiento, Miel de Abeja Valle Javita, ya tiene nombre propio en toda la Península. “Esta es miel pura, sin engaños ni azúcar. Aquí la gente sabe lo que compra”, asegura Lima, levantando un frasco dorado que refleja la luz del sol.
El mismo entusiasmo se siente en el sector Las Lomas. Allí, Verónica Palma lidera un grupo de medio centenar de apicultores que se unieron bajo la marca Miel de Esperanza. Con capacitaciones de la Prefectura de Santa Elena, buscan que su producción cumpla estándares internacionales.
“Queremos que Colonche se escuche en el extranjero. Nos estamos preparando para exportar nuestra miel y ya tenemos compradores interesados”, cuenta Palma con ilusión.
La visión es clara: conquistar estantes internacionales con un producto que nació en tierras secas, donde antes la vida dependía de la lluvia. “Si no llovía, no comíamos”, recuerda Lima sobre los tiempos difíciles, cuando muchos vecinos migraban en busca de oportunidades.
La transformación
Todo empezó a cambiar con la llegada del trasvase de agua, hace más de tres décadas, que transformó el destino de la parroquia.
Ese cambio también alcanzó a Milton Suárez, de la comunidad Febres Cordero. A punto de abandonar su tierra, decidió apostar por el cacao y hoy lidera Mil Cacao, un emprendimiento que produce chocolate puro en polvo.
“Mi producto es limpio, sin químicos ni colorantes. Es chocolate de verdad, por eso la gente lo compra”, afirma, convencido de que el éxito es fruto del trabajo.
Derivados para la belleza y la salud
Pero la miel no se queda solo en los frascos. Colonche también huele a velas aromáticas, a cremas de piel, a champú y a jarabes naturales elaborados con la dulzura de las abejas.
“La gente no solo quiere endulzar el té, también desea verse más joven y saludable”, bromea una de las emprendedoras.
Hoy, el oficio que parecía pequeño se ha convertido en un motor económico que une a las familias, fortalece a la comunidad y pone a Colonche en boca de todos.
Cada frasco de miel es la evidencia de que de los panales también se puede tejer un futuro próspero.
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