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Ecuador

Entre aplausos y honores, Justin vivió su sueño de ser policía en Ambato
Con 12 años, una discapacidad física del 65% y una vida marcada por la fortaleza, Justin Cepeda cumplió su mayor anhelo: portar el uniforme policial.
“Cuando sea grande quiero ser policía”. La frase que tantas veces repitió Justin Cepeda Aimara se convirtió en realidad este martes 30 de septiembre, aunque solo por unas horas.
A sus 12 años, este niño ambateño, nacido prematuro y con una discapacidad física que lo obliga a usar andador, fue posesionado simbólicamente como Comandante de la Subzona Tungurahua.
El acto, cargado de emociones, se desarrolló en el marco del proyecto Policía de Barrio, con la ceremonia “Comandante por un Día”.
Desde el inicio, Justin mostró la firmeza de quien nunca se ha rendido: saludó a sus “subordinados”, recibió la venia de oficiales y hasta el propio comandante Jimmy Viteri le rindió honores.

Una vida de lucha y esperanza
Justin nació el 18 de noviembre de 2013. Su llegada al mundo fue prematura y complicada: sufrió asfixia y desde entonces la vida le puso una dura prueba.
Tiene una discapacidad física del 65% que le impide caminar con normalidad. Pero si algo no ha perdido es la ilusión de convertirse en policía, esa vocación de servicio que se le nota en la mirada.
“Él siempre dice que quiere cuidar a los demás”, comenta su madre Isabel, quien junto a su padre Geovanny lo acompaña en cada paso, literalmente. Son ellos quienes le han enseñado que los sueños no entienden de limitaciones.
Un día con uniforme y honores
Desde las primeras horas de la mañana, Justin vivió la experiencia de su vida. Visitó la Unidad de Vigilancia Comunitaria, ISSPOL y DINAPEN, recorrió la Zona 3, donde disfrutó de la música de la Orquesta de la Policía Nacional, y llegó hasta la Gobernación de Tungurahua y el ECU 911, donde conoció cómo se coordinan los sistemas de seguridad ciudadana.
Cada espacio lo recibió con sonrisas y respeto. No era un visitante más, era su Comandante. Con voz clara, Justin dio sus primeras órdenes y con ellas reafirmó que soñar vale la pena.
La jornada coincidió con la sombra de una posible paralización en Ambato. Pero, aun en medio de tensiones sociales, la Policía Nacional se dio tiempo para cumplir el sueño de un niño que enseña con su vida que las batallas se ganan con esperanza y perseverancia.