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Ecuador

Masacre de 17 reclusos en la cárcel de Esmeraldas: así desarmaron a un militar
De los 17 reclusos fallecidos, nueve presentan heridas de arma blanca, tres de ellos fueron decapitados y ocho presentan impactos de bala
Para perpetrar la masacre que dejó 17 reclusos fallecidos y 16 heridos, los internos del pabellón C despojaron de su fusil a un militar que custodiaba la entrada del Centro de Rehabilitación Social de Varones de Esmeraldas. Una vez armados, ingresaron al pabellón A y atacaron a los reclusos con machetes, cuchillos y armas de fuego.
Esta matanza se suma a otra registrada en un lapso de 72 horas en otra prisión del país. La madrugada del pasado lunes 22 de septiembre, 15 privados de libertad y un agente penitenciario fueron asesinados en la cárcel de Machala, en la provincia de El Oro.
De acuerdo con datos de la Policía Nacional, con esta masacre suman 108 reclusos asesinados de manera violenta en lo que va del año en las cárceles del país. Diez de esos centros están bajo custodia de las Fuerzas Armadas, incluida la prisión donde ocurrió la reciente matanza.
Una fuente policial de alto rango de la Dirección Nacional de Delitos Contra la Vida y Muertes Violentas (Dinased) explicó que, según el testimonio del militar que se encontraba de turno en el pabellón C, fue alertado de que un privado de libertad estaba presuntamente herido. Al acercarse para verificar, fue abordado por varios internos que intentaron arrebatarle el fusil que tenía en dotación.
En medio del forcejeo, uno de los privados de libertad lo embistió por la espalda y lo sometió con una maniobra de ahorcamiento, lo que provocó que perdiera el conocimiento por unos segundos. En ese instante también recibió una herida con arma blanca a la altura del hombro izquierdo.

“El soldado relató que, tras quedar inconsciente, los internos cortaron con un arma blanca la correa que aseguraba el fusil, para sustraerlo y usarlo en la ejecución de los asesinatos dentro del centro penitenciario. Este ataque es similar al ocurrido en la cárcel de Machala, es prácticamente una copia. En este reciente caso, Los Tiguerones atacaron a Los Lobos. Hay tres reos decapitados y otros con heridas de bala, cortes y quemaduras”, detalló el oficial policial.
Entre los indicios hallados en la cárcel, la Policía reportó el decomiso de una pistola calibre 9 milímetros, un fusil calibre 2.23, una granada y dos teléfonos celulares.
Cerca del mediodía de ayer, el Servicio Nacional de Atención Integral a Personas Adultas Privadas de la Libertad y a Adolescentes Infractores (SNAI) confirmó el fallecimiento de 17 reclusos.
“Las autoridades competentes se encuentran realizando las investigaciones correspondientes para esclarecer lo ocurrido. Próximamente daremos más detalles”, reportó la institución en un comunicado oficial.

Horror y dolor
Eran poco más de las dos de la madrugada cuando los vecinos del barrio Lucha de los Pobres, en el sur de Esmeraldas, escucharon la primera ráfaga de disparos. El eco de las detonaciones se mezcló con gritos desgarradores que se filtraban desde el interior de la cárcel de varones.
A esa misma hora, en las casas más humildes de la ciudad, comenzaron a sonar los teléfonos: madres, esposas e hijos de los reclusos recibían mensajes confusos, videos borrosos y audios que hablaban de una masacre.
Al amanecer, la escena en los exteriores del centro carcelario era un retrato del desamparo. Decenas de mujeres, con los ojos enrojecidos y la voz quebrada, se apretaban contra las vallas metálicas custodiadas por militares.
“Solo quiero saber si mi hijo está vivo”, sollozaba una madre que había llegado desde Quinindé. A su lado, otra mujer levantaba las manos implorando: “Que digan algo, que nos digan quiénes son los muertos”. Nadie respondía.
El aire olía a pólvora y miedo. Los familiares, algunos con niños pequeños aferrados a sus piernas, pasaban horas bajo el sol sin noticias oficiales. En cada rostro se reflejaba la misma mezcla de angustia e impotencia. La cárcel se había convertido en una fosa hermética donde sus seres queridos podían estar muertos o heridos, y nadie parecía tener respuestas.
“Nosotros vemos los videos que circulan, vemos los cuerpos destrozados… ¿Cómo entraron esas armas aquí adentro? A uno lo revisan hasta lo más íntimo cuando entra de visita, ¿y ellos tienen fusiles y granadas?”, gritaba un hombre desesperado, que aseguraba tener a su hermano en el pabellón C.
Entre los familiares que aguardaban noticias estaba una madre que viajó de madrugada desde Cojimíes, en Manabí, con la ilusión de abrazar a su hijo durante la jornada de visitas. Llegó a Esmeraldas al amanecer con una funda de alimentos preparados en casa, sin imaginar que se encontraría con una de las peores masacres carcelarias registradas en la provincia.
“Venía a verlo, a darle de comer, y ahora no sé si está vivo o muerto”, decía entre lágrimas, mientras las sirenas y nuevas detonaciones aún resonaban en la distancia.
En los alrededores, las fuerzas del orden desplegaron vehículos blindados, soldados con fusiles listos y policías con escudos antimotines. Desde lejos se escuchaban los lamentos de las familias. Cada movimiento del personal de Criminalística desataba un nuevo rumor: que ya habían sacado cadáveres, que algunos estaban decapitados, que los heridos eran trasladados en silencio al hospital. La falta de información oficial se convirtió en una tortura adicional.

Incertidumbre en la morgue
El Centro de Ciencias Forenses de Esmeraldas, en la isla Luis Vargas Torres, también se vio desbordado por familiares de los reclusos asesinados. Con rostros de angustia, esperaban que se confirmen los nombres de las víctimas para iniciar los trámites de retiro y sepultura.
Mientras tanto, en el sur de la ciudad, decenas de parientes continuaban agolpados en los exteriores del reclusorio, sin saber si sus seres queridos estaban vivos, heridos o muertos. Los reclamos y súplicas chocaban con el silencio de los uniformados que custodiaban la zona.
El dolor se replicaba en ambos escenarios: padres y madres que pedían los restos de sus hijos, y familias que todavía conservaban la esperanza de que los suyos hubieran sobrevivido. La falta de información oficial únicamente profundizó la desesperación. (AEB/ LCH)
Atentaron contra director de La Roca

La tarde del miércoles 24 de septiembre, el director de la cárcel de máxima seguridad La Roca fue víctima de un atentado mientras se desplazaba acompañado de sus guardaespaldas.
Según información preliminar, un par de hombres a bordo de una motocicleta interceptaron su camioneta 4x4 blindada y dispararon al menos 12 veces contra el vehículo. Afortunadamente, ninguno de los impactos logró penetrar la carrocería. Los ocupantes resultaron ilesos.
Una fuente policial explicó que el incidente ocurrió aproximadamente a las 17:20 en la vía a Daule, cerca de la intersección con la vía Perimetral. “Tras el ataque, los agresores huyeron en la motocicleta, mientras que la víctima avanzó hasta el Cuartel Modelo y reportó lo sucedido a las autoridades”, explicó el investigador de la Policía.
Según las primeras investigaciones, un día antes el director había tenido un conflicto con un interno colombiano de la prisión, relacionado con un intento de ingresar alimentos no autorizados al centro carcelario.
Aunque el funcionario ha recibido amenazas previas, este atentado constituye el incidente más reciente y grave. (AEB)
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