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El 'listado de infieles Ecuador': Psicóloga explica los daños que pueden marcar
Cómo afecta emocionalmente ser expuesto en una lista de infieles: reacciones, impacto psicológico y respuestas de una psicóloga experta
Los relatos aparecen sin aviso, perdidos entre cientos de celdas en una hoja colaborativa de Excel que no deja de actualizarse. Entre ellos se leen acusaciones como: “Es un perro infiel. ‘Monta’ la de bueno jugando fútbol y es malísimo”, o “Ella siempre ha sido infiel. Le gusta ir al hotel M… y les compra regalos a los amantes y a los hijos de los amantes”.
(Lea también: ¿Qué pasó con el 'listado de infieles Ecuador'?: El registro que expuso nombres)
No hay pruebas ni certezas de que los nombres correspondan a personas reales. Solo líneas sueltas, reproches sin escala, humor mezclado con rencor, y una gran audiencia que miraba.
El 3 de diciembre amaneció con una nueva obsesión en TikTok: ‘Registro Nacional de Infieles Ec’. Allí se ‘regaba’ un link, donde cualquiera podía añadir un nombre, una edad, una ocupación, una ciudad y una historia. Google, inclusive, llegó a bloquear el archivo por exceso de actividad.
Para el 4 de diciembre, ya no era uno. Eran varios enlaces que replicaban el formato. Luego aparecieron páginas web completas como ‘Registro Nacional de Infieles’, con reportes estadísticos que, hasta el cierre de esta edición, sumaban más de 55.000 registros.
El 'precio' de la humillación pública
La psicóloga clínica Cristina Anchundia (IG: @desdecero.psic) observa el fenómeno con preocupación. Dice que, aunque parezca un juego, detrás hay mecanismos emocionales profundos: “El anonimato y la sensación de validar al grupo generan una especie de euforia moral. La gente siente que hace ‘justicia’ sin asumir responsabilidad”.

En redes, explica, la vergüenza y la confrontación desaparecen. Lo que queda es la posibilidad de señalar, denunciar o burlarse con un riesgo mínimo y una recompensa altísima: atención, “me gusta”, risas, la sensación de superioridad moral.
Y cuando miles participan, la responsabilidad se diluye. “Si todos lo hacen, entonces está bien”, piensa el usuario anónimo que escribe una acusación como si pegara una etiqueta.
La identidad reducida a una sola palabra: infiel
Para Anchundia, el daño psicológico es profundo porque no solo se ataca un acto, sino toda una identidad. “La persona queda convertida en una caricatura: ya no es padre, estudiante, trabajador, amigo. Ahora es ‘el infiel’. Y eso destruye el sentido de valía personal”.
Es una forma de reduccionismo, dice: la vida entera de alguien comprimida en un solo error —o peor, en una acusación sin comprobar— repetida por miles de desconocidos. La vergüenza deja de ser una emoción puntual y se convierte en vergüenza tóxica, paralizante: la sensación de estar expuesto ante una multitud que no distingue entre verdad, chisme o venganza.
Pero lo más devastador, según Anchundia, es leer cómo otros —extraños, personas sin vínculo— se burlan, opinan y reescriben un capítulo íntimo de tu vida. “Cada comentario es un golpe. La persona deja de verse como alguien complejo y se siente reducida a una etiqueta escrita por alguien más”, dice.
Ese proceso genera:
- Ansiedad aguda,
- Problemas de sueño,
- Aislamiento social por miedo a ser nuevamente señalado,
- En casos severos, síntomas que pueden desembocar en un cuadro de estrés postraumático complejo.
Es decir: lo que para muchos es un “chisme divertido”, para la persona involucrada puede ser una crisis emocional que se prolonga durante meses o años.
Una vez que el nombre está en una lista viral, la persona pierde el control del relato. Aunque quiera explicar, borrar, aclarar, la narrativa ya fue adoptada por miles de usuarios que la replican sin pausa.
“Es profundamente traumático sentir que tu vida se narra sin ti, y que la versión que circula —cierta o no— se vuelve más poderosa que tu propia voz”, explica Anchundia. Ese desequilibrio genera impotencia, miedo crónico al juicio público y un estado constante de hipervigilancia: revisar comentarios, buscar su nombre, anticipar burlas.
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