El barrio Sendero de Dios, en el recinto Venado, parroquia Chontaduro, del cantón Rioverde, permanece sumido en la consternación tras la trágica muerte de Lionar Salazar Torres, un habitante de la zona que había sido reportado como secuestrado días antes. La comunidad, situada en el norte de la provincia de Esmeraldas, enfrenta ahora una nueva herida provocada por la violencia que, una vez más, golpea a sectores rurales alejados y con escasa presencia estatal.

Según relataron moradores del lugar, la madrugada del lunes 3 de noviembre de 2025, cerca de siete hombres fuertemente armados irrumpieron en la vivienda de Salazar. Sin mediar palabras y bajo amenazas, lo sacaron a la fuerza, mientras advertían a los testigos que guardar silencio sería lo mejor para proteger sus vidas. La escena, llena de terror y tensión, quedó grabada en la memoria de quienes presenciaron el rapto, pero pocos se atrevieron a hablar de inmediato por temor a represalias.

Los familiares lo buscaron en la zona, pero lo hallaron muerto 

Tras el secuestro, familiares y vecinos informaron de lo ocurrido a la Policía Nacional, que desplegó operativos de búsqueda en caminos, quebradas y zonas boscosas de la parroquia. Pobladores se sumaron a las labores, recorriendo extensos territorios donde la espesura y el difícil acceso dificultan cualquier rastreo. Sin embargo, la esperanza que mantuvieron durante tres días se desvaneció cuando el hombre fue encontrado sin vida.

La noticia se regó rápidamente entre los habitantes de Venado. El dolor colectivo no tardó en convertirse también en indignación. Para muchos, este asesinato refleja el estado de vulnerabilidad en el que viven, sujetos a amenazas constantes de grupos delictivos que operan en la región.

“Tenemos miedo. No sabemos quién sigue. Aquí nadie nos cuida”, comentó un morador que prefirió mantener su nombre en reserva. La preocupación se profundiza ante lo que denuncian como una presencia limitada de las fuerzas del orden en las áreas rurales del cantón Rioverde.

Los habitantes exigen una investigación profunda que permita identificar y capturar a los responsables. Mientras tanto, el barrio Sendero de Dios intenta asimilar una pérdida que no solo arrebata una vida, sino también la sensación de tranquilidad que antes distinguía a esta comunidad campesina.

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