Durante más de una década, Britney Spears vivió bajo un control absoluto que marcó uno de los periodos más oscuros de su vida. La tutela legal impuesta por su padre limitó no solo su libertad personal y profesional, sino que también dejó huellas profundas en su cuerpo y mente. Años después de recuperar su independencia, la cantante ha decidido abrirse nuevamente ante sus seguidores, compartiendo las secuelas físicas y emocionales que aquella etapa le dejó.

(Lea también: Britney Spears cambia de nombre y dejaría Estados Unidos: Así se llama ahora)

En una reciente publicación en Instagram, Spears habló con un tono vulnerable y sincero sobre las heridas que aún arrastra. La intérprete de Toxic aseguró que las consecuencias de su tutela no fueron únicamente psicológicas: “Sufrí daño cerebral a causa de los abusos y restricciones que enfrenté”, confesó. Sus palabras revelan un lado de la historia que muchos desconocían, y que incluso su autobiografía The Woman in Me no había detallado completamente.

La artista recordó uno de los momentos más difíciles: un periodo de cuatro meses en el que no tuvo acceso a su puerta privada y se le prohibió usar su cuerpo libremente. “Me obligaron ilegalmente a no usar mis pies ni mi cuerpo para ir a ningún lado”, relató. Spears explicó que, aunque en su libro ya se mencionan situaciones traumáticas, aún hay experiencias que prefirió no contar públicamente porque resultan demasiado dolorosas.

El duro relato de la vida de Britney Spears

La comparación con Maléfica, personaje interpretado por Angelina Jolie, fue inevitable para Spears. La cantante se identificó con la icónica escena en la que le arrancan las alas, afirmando que así se sintió durante su tutela: “Siento como si me hubieran quitado las alas y sufrí un daño cerebral hace mucho tiempo, al cien por ciento. Por supuesto, he superado ese momento difícil de mi vida y tengo suerte de estar viva”, confesó, reconociendo que las secuelas físicas del encierro fueron devastadoras.

No obstante, Britney también compartió cómo busca reconectarse con la libertad a través del baile, una de sus pasiones más grandes. “Mi cuerpo fue asesinado y destruido, no pude bailar ni moverme durante cinco meses… De todos modos, sé que mi publicación y mis bailes parecen tontos, pero me hicieron recordar cómo volar. La gente es increíblemente cruel… Al día de hoy sigo sin volar como solía hacerlo”, expresó, dejando ver que la recuperación es un proceso constante.

A través de sus palabras, la cantante refleja la lucha de una mujer que, a pesar de las cicatrices físicas y emocionales, sigue intentando recuperar sus alas. Su historia es un recordatorio de que la libertad y la autodeterminación son conquistas que, en ocasiones, requieren de una resistencia silenciosa pero firme.

¿Quieres acceder a todo el contenido de calidad sin límites? ¡SUSCRÍBETE AQUÍ!