La coronación de Fátima Bosch como Miss Universo 2025 no solo encendió los reflectores por su victoria, sino por la ola de cuestionamientos políticos y mediáticos que estalló horas después del certamen. Lo que comenzó como un rumor aislado terminó escalando hasta convertirse en un debate nacional en México y un escándalo internacional que sigue creciendo.

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El periodista Carlos Loret de Mola fue quien prendió la mecha. En su espacio informativo reveló presuntas irregularidades que, según su investigación, podrían vincular al gobierno de la “4T” y a Petróleos Mexicanos (Pemex) con un supuesto intento de influir en el resultado del certamen. La acusación se centró en una serie de contratos por más de 745 millones de pesos adjudicados por Pemex a la empresa relacionada con la concesión del concurso, una conexión que para algunos analistas sugiere un posible conflicto de interés debido al rol directivo que ocupa Bernardo Bosch Hernández, padre de la nueva reina de belleza.

Loret sostuvo que habría existido un “mecanismo de influencia” diseñado para favorecer a la candidata mexicana, una teoría que tomó fuerza cuando medios independientes confirmaron que la empresa organizadora del evento sí recibió contratos millonarios de la petrolera estatal. En un país donde las relaciones entre poder político y farándula suelen movilizar titulares, el tema escaló rápidamente a la discusión pública.

Un supuesto vinculo con la familia de la Miss Universo 2025

El pasado del padre de la ganadora también volvió a escena. Aunque su inhabilitación fue anulada por tribunales, su relación histórica con Pemex alimentó aún más las sospechas sobre un posible uso político del certamen. En medio de este clima enrarecido, el panel de jueces comenzó a fracturarse.

El músico Omar Harfouch denunció presiones internas para votar por Bosch, llegando a señalar directamente al empresario Raúl Rocha Cantú, copropietario de Miss Universe. Rocha respondió con firmeza: negó todas las acusaciones, aseguró que Harfouch no renunció sino que fue removido por incumplimiento, y calificó los señalamientos como difamaciones. Su nombre no estuvo exento de polémica, pues su pasado mediático ligado a la tragedia del Casino Royale de 2011 volvió a circular en redes.

La tensión aumentó cuando la princesa Camilla di Borbone delle Due Sicilie y el exfutbolista Claude Makélélé también abandonaron el panel, decisión que para muchos confirmó la opacidad del proceso.

Mientras el escándalo crecía, figuras vinculadas al gobierno festejaron el triunfo de Bosch, entre ellas la exsenadora Mónica Fernández Balboa, tía de la reina, y áreas institucionales cercanas a Pemex. La narrativa oficial intentó centrarse en el desempeño de la mexicana, destacando su enfrentamiento público con Nawat Itsaragrisil, episodio que fortaleció su imagen como una mujer de carácter.

Sin embargo, entre contratos públicos, renuncias, vínculos familiares y tensiones internas, la victoria de Fátima Bosch dejó de ser solo un logro para convertirse en un caso que hoy se discute en esferas políticas y mediáticas. 

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