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Guayaquil

El Morro cumple 170 años como la parroquia rural más antigua del sur de Guayaquil
La histórica parroquia rural El Morro, joya patrimonial del cantón Guayaquil, conmemora este 9 de noviembre sus 170 años de parroquialización
La parroquia rural El Morro, fundada oficialmente en 1855, cumple este 9 de noviembre 170 años de vida administrativa. Aunque conserva su belleza patrimonial y su identidad cultural, sus habitantes reclaman atención y obras que impulsen su desarrollo.
“Después de 25 años de espera logramos la reconstrucción de la vía Playas–El Morro–Puerto El Morro, gracias a la Prefectura del Guayas”, señala Germán Anastasio, presidente del GAD parroquial. Esta obra ha reactivado la economía local, sin embargo, en los recintos aún predominan los caminos de tierra.
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El GAD parroquial trabaja en proyectos como la construcción de aceras y bordillos en Puerto El Morro, el monumento al pescador porteño inaugurado en agosto y el lastrado de caminos hacia los recintos como Sitio Nuevo. Pero los recursos son limitados: su presupuesto anual es de apenas 216.000 dólares, con los que deben atender a 6.502 habitantes distribuidos en seis recintos, según el censo de 2022.
“La responsabilidad de las obras mayores es del Municipio de Guayaquil, pero desde esta administración no hemos recibido atención”, asegura Anastasio. Los moradores coinciden. “Producimos camarón, vino y productos agrícolas, pero las vías están olvidadas”, dice Juan Jordán, del recinto San Miguel.
Entre los pedidos más urgentes está la reparación del malecón y el muelle dañados por ataques de bandas organizadas que incendiaron seis embarcaciones meses atrás. También se ha solicitado la regularización de Puerto El Morro para que los pobladores puedan obtener escrituras, una gestión que sigue estancada desde una ordenanza municipal de 1977 que prioriza solo las cabeceras parroquiales.
La Prefectura del Guayas informó que este año se intervendrán las vías San Antonio–San Miguel y San Antonio–San Juan, que conectan con El Morro, una noticia que genera expectativas entre los habitantes.

Una parroquia con historia y fe
El Morro no solo celebra su aniversario civil, sino también su rica historia. Según la gestora cultural Lorgia Vega, la población existe desde 1737, cuando llegaron sus primeros pobladores. Incluso, entre 1833 y 1855, El Morro fue cantón, antes de que su florecimiento agrícola y ganadero decayera.
Su símbolo más representativo es la Iglesia de San Jacinto del Morro, declarada Patrimonio Cultural del Ecuador. Construida en 1855 y reconstruida en 2010, es un emblema de fe y arquitectura costeña. Sus muros de madera guardan historias, leyendas y oraciones que se transmiten de generación en generación.
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Gastronomía y turismo, pilares del presente
Con esfuerzo y creatividad, los Morreños han sabido reinventarse a través del turismo gastronómico. Festivales como el de la liza (en mayo), el de la cometa (en septiembre, en el cerro del Muerto) y el chivo Morreño (en agosto, en el barrio Campo Alegre) son parte del calendario cultural que dinamiza la economía local y atrae visitantes.
El Morro también conserva sabores tradicionales como la mantequilla Morreña, el pan de leña de la familia Consuegra —que mantiene más de un siglo de historia—, la dormida de leche y la mermelada de ciruelas, delicias que mantienen viva la identidad gastronómica de la parroquia.
“El Morro tiene encanto natural, patrimonial y cultural. Cada vez que se visita, uno quiere volver”, comenta el turista quiteño Claudio Vinueza, mientras disfruta del pan horneado con leña y recorre la iglesia de San Jacinto.

Festejos por los 170 años
Las celebraciones incluyen actos culturales, deportivos y sociales que culminarán el 9 de noviembre con el desfile cívico y la sesión solemne de aniversario, donde participarán las instituciones educativas de la parroquia y sus recintos.
A 170 años de su parroquialización, El Morro sigue de pie, entre la nostalgia de su pasado y la esperanza de su gente. Sus campanas aún repican sobre el viento salino, recordando que este rincón guayasense es más que un lugar en el mapa: es la voz viva de la historia, la fe y la identidad costeña que se niega a desaparecer.
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