En un redondel donde la avenida Alberto Spencer se cruza con la Manuela Sáenz en La Floresta, al sur de Guayaquil, el ambiente engaña: a simple vista parece limpio, como si el problema hubiese sido por fin controlado. Los sacos blancos con el logo de Urvaseo alineados en la vereda parecen símbolo de orden, pero no duran mucho.

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Mientras avanza la entrevista del equipo de EXTRA con siete vecinos de la ciudadela y con un invitado especial, don Diofre Navas -quien presenció la desaparición de un punto crítico de basura frente a su casa, en la calle Febres Cordero, entre la 13 y la 14, en el suburbio-, el paisaje comienza poco a poco a retomar su rutina sucia.

A menos de una hora de haber pasado el carro recolector, algunas personas se acercan y arrojan fundas y sacos al montón, iniciando de nuevo el ciclo de desperdicio que ha hecho de este infame redondel.

Navas observa en silencio, frunce el ceño y luego y dice con seguridad: “Este problema en La Floresta es igual al que había por mi sector, e incluso creo que en mi zona era peor, porque los desechos los botaban en cualquier momento… pero se pudo cambiar”.

Los vecinos lo escuchan atentos. Habla con la autoridad de quien ha visto el antes y el después: calles saturadas de basura que, gracias a patrullajes municipales y sanciones económicas, se convirtieron en un ejemplo de orden.

“El mayor cambio ocurrió porque las autoridades estuvieron constantemente educando a los vecinos, y más allá de todo, ejerciendo escarmiento con multas”, explica.

Ajenos a la zona y el caos que provocan

El grupo asiente, pero no luce convencidos. Una vecina interviene con una pregunta que todos parecen haberse hecho alguna vez: “Nosotros podemos educarnos… pero ¿y las demás personas que vienen de otros lados?”.

El vecino René Yambay aprovecha para señalar lo que considera una raíz más profunda del problema: la ausencia de acción sostenida por parte del Municipio.

“Aquí pasan los carros del Municipio a dar vueltas pero no solucionan el problema. El señor Aquiles Álvarez (alcalde), que tiene que sancionar con Justicia y Vigilancia, se preocupa por los sectores del norte, y acá en el sur nos tiene abandonados”, reclama.

“Aquí tenemos que nosotros mismos arreglar ciertas cosas como cortar la maleza o pintar el parque, pero es difícil erradicar nosotros este basurero”, añade.

Félix Collazo, otro de los presentes, apunta una posible solución concreta: “Nos gustaría que el Municipio ponga una cámara que sancione a los infractores, así como en el sector de don Navas”.

Esperanza y escepticismo sobre erradicar la basura

Navas plantea entonces una idea más atrevida: que los mismos vecinos hagan la ‘vaca’ para comprar e instalar una cámara con parlante incorporado, que permita grabar y también advertir a los infractores en tiempo real. La propuesta provoca un murmullo de dudas.

“Creo que las autoridades tienen que solucionar el problema, porque para eso pagamos impuestos”, responde Yambay. Pero luego reflexiona: “Aunque esta unión vecinal sí podría ayudarnos, porque en el Municipio no hay esperanza”. Y Collazo asiente: “Creo que sería bueno dar la iniciativa”.

El debate se amplía. Hablan de crear un grupo de WhatsApp para coordinarse, pues pese a que todos viven allí desde hace años, ninguno tenía el número del otro. Coinciden en que sería el primer paso hacia algo más grande: designar un presidente barrial, crear una página en redes sociales donde denunciar de forma anónima a los infractores -por temor a represalias- y así presionar con la opinión pública.

Cuando la conversación termina, los vecinos ya tienen algo nuevo: un pequeño grupo virtual llamado ‘Vecinos Floresta 1’. Es solo un chat, pero para quienes llevan años viendo cómo el redondel vuelve a cubrirse de basura cada semana, se siente como un comienzo.

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