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Guayaquil

Guayaquil: Zona del suburbio pasó de 'montañas de basura' a ejemplo de limpieza
Donde antes se acumulaban cerros de desperdicios, hoy no hay ni una funda fuera de lugar. Temor a las multas permitió el cambio.
Por años, la calle Febres Cordero, entre la 13 y la 14, en el suburbio de Guayaquil, fue sinónimo de montañas de desperdicios y olores nauseabundos. En la actualidad, en cambio, luce como una excepción luminosa en medio de una ciudad que todavía lidia con zonas repletas de basura, como los cinco puntos identificados en la primera entrega de esta serie periodística de EXTRA.
(Lea también: Los 5 sectores con más basura en Guayaquil: Esta es la gravedad del problema)
El asfalto gris, salpicado de polvo de cemento por los trabajos de reparación vial en curso, es lo único que ensucia la cara de este barrio. No hay fundas rasgadas, ni charcos putrefactos corriendo por la calle, ni ese zumbido fastidioso de moscas que delata los desechos frescos.
En esta zona, según Urvaseo, se logró erradicar con éxito un antiguo ‘punto MD’ (punto de mala disposición). Era una esquina que solía estar ‘tapizada’ de porquerías y que hoy, paradójicamente, se muestra como ejemplo de lo que podría lograrse en toda la ciudad si hay voluntad y constancia.
Quien lo confirma es Diofre Navas, de 69 años y “vecino de toda la vida”. Señala el lugar exacto donde antes se formaba el basural, frente a su casa: “Ya no hay nada de basura aquí, pero había ‘montañas’. El recolector viene de 10:30 a 11, y si alguien se olvidó de sacar la basura en el horario, se regresa a su casa”.
La forma en que solucionaron un punto crítico de basura en Guayaquil
La transformación, dice, no fue mágica ni inmediata. Durante meses, el Cabildo y Urvaseo hicieron patrullajes con megáfonos para recordar los horarios de recolección. Algunos vecinos enviaban fotos a la web municipal para denunciar a quienes dejaban sus fundas fuera de hora; el Cabildo, por su parte, revisaba las cámaras del sector y aplicaba sanciones.

“Aquí la solución fueron las autoridades. El problema eran los vecinos, pero de pronto comenzaron a pasar constantemente los de Urvaseo y el Municipio. A raíz de eso, comenzaron las sanciones. Así escarmentaron los vecinos. Los vecinos nunca se reunieron, todo fue el temor de que los multen”, resume don Navas.
Hace poco más de cuatro meses que este cambio empezó a notarse. Antes, recuerda, apenas 15 minutos después de que pasaba el camión recolector ya se acumulaban nuevas pilas de desechos. El calor aceleraba la descomposición y el hedor golpeaba con fuerza a los padres y niños que cruzaban a diario hacia la escuela particular de la esquina.
“Yo me quejé en su momento, pero quienes se quejaban constantemente con el Municipio fueron los padres de familia, porque toda la basura, más la temperatura de la ciudad, comenzaba a alimentar el mal olor”, relata.
La presencia de vendedores de cocos que arrojaban sacos de residuos y de chamberos que defendían su “derecho” a usar el espacio público también agravaba la situación. Con la limpieza del sector, ellos desaparecieron.
Los trabajadores municipales instalaron carteles de ‘Prohibido botar basura’ y comenzaron a barrer con mayor frecuencia. A medida que la zona se mantenía limpia, el personal de limpieza fue reduciendo su presencia porque, sencillamente, ya no había basura que recoger.
Sin unión vecinal, pero con vigilancia en Guayaquil
Paradójicamente, este caso exitoso no nació de la organización barrial, sino del miedo a las multas y del ojo atento de uno que otro vecino. “Aquí no había ni hay unión vecinal. Yo me ocupaba de ver a quienes venían a botar basura de otras zonas, yo les llamaba la atención, y al menos así también, poco a poco, fueron dejando de venir”, explica don Navas.
Algunos habitantes prefirieron no dar declaraciones, pero trabajadores de talleres mecánicos cercanos confirmaron que antes era insoportable pasar la jornada entre moscas y olores fétidos. Hoy agradecen que pueden trabajar sin tener que contener la respiración.
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