Editorial: El silencio que hunde a la justicia
La Función Judicial queda otra vez golpeada, con una credibilidad que se desmorona y una confianza ciudadana en su punto más bajo
Hubo alertas y muchas. Fueron dichas en voz alta, escritas, comentadas en pasillos y hasta advertidas con nombre y apellido. Nadie puede decir que no sabía. Pero nadie escuchó o, peor aún, prefirieron no hacerlo. Hoy, cuando el escándalo estalló, ya no hay espacio para el ‘yo no fui’.
El problema no es solo el actual presidente del Consejo de la Judicatura, hoy bajo la lupa y obligado a responder por sus actos. El problema es todo el camino que se le allanó para llegar ahí. Desde quienes lo promovieron, lo avalaron, aceleraron su posesión o miraron a otro lado cuando aparecieron las impugnaciones, todos pusieron su granito de arena. No son responsables de lo que él hizo después, pero sí de haber ignorado señales que eran evidentes.
La Función Judicial queda otra vez golpeada, con una credibilidad que se desmorona y una confianza ciudadana en su punto más bajo. Los audios que han salido a la luz son gravísimos y exigen respuestas inmediatas. ¿Dónde está el fiscal general cuando más se lo necesita? Callar, esquivar o hacerse el distraído no ayuda a calmar las aguas. Al contrario, profundiza la herida y deja la sensación de que, una vez más, la justicia llega tarde… o no llega.