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Opinión

Editorial: Atados a los viejos problemas

La independencia no solo debe celebrarse en las calles; empieza en cada hogar, en el trabajo y en el respeto por la urbe

Luego de la euforia cívica y del ‘chuchaqui’ natural que dejó la celebración de los 205 años de independencia de Guayaquil, vale la pena reflexionar sobre las ‘cadenas’ que todavía atan a los ciudadanos nacidos en esta tierra, así como a aquellos que, siendo de otros lugares, fueron adoptados por el calor de su gente y la inmensidad de su ría.

Cada año, el grito de “¡Por Guayaquil independiente!” retumba en las calles céntricas, durante actos oficiales, desfiles y todo tipo de eventos. Sin embargo, la realidad indica que esta ciudad y su gente todavía están lejos de liberarse de los viejos problemas que mantienen al Puerto Principal en el caos. Tomar la bandera de la libertad no basta; es necesario exigir un nuevo rumbo.

Los guayaquileños merecen un reordenamiento urbano, soluciones de movilidad, una lucha efectiva contra el crimen, servicios básicos eficientes, transformación turística, recuperación del espacio público y entornos más amigables. Son muchas las ‘cadenas’ que aún atan a la ciudad y que requieren atención urgente.

La independencia no solo debe celebrarse en las calles; empieza en cada hogar, en el trabajo y en el respeto por la urbe. Ser mejores ciudadanos es la verdadera manera de liberar a Guayaquil de sus cadenas.