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Política

Cambios en el Gabinete de Noboa: Los mismos en diferente escritorio
Daniel Noboa anunció movimientos en su equipo, pero expertas advierten que no hay renovación, sino reacomodos entre los mismos cuadros.
Tras la derrota del Sí en el referéndum y la consulta popular, el Gobierno informó este martes 18 de noviembre una serie de ajustes en el gabinete. En el documento se indica que estos movimientos buscan “fortalecer la gestión pública”.
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Pero la lectura de especialistas apunta en otra dirección: que el Ejecutivo está reacomodando a las mismas figuras, sin incorporar perfiles nuevos ni responder al mensaje que el electorado expresó en las urnas. La sensación general es, coinciden, que se movieron las fichas, pero no cambió el tablero.
“Es un juego de las sillas”
Para la analista María Eugenia Molina, estos cambios no representan una reestructuración profunda. Lo resume así: “Los cambios no son un remesón post consulta, sino una rotación tipo juego de las sillas”.

A su criterio, el Gobierno solo redistribuyó a funcionarios que ya estaban dentro y lo hizo sin considerar la experticia necesaria para cada cartera. La llegada de Álvaro Rosero al Ministerio de Gobierno es uno de los movimientos que más cuestiona, pues “básicamente no le veo el perfil”, afirma.
Molina también subraya que el Gobierno dejó intactos los frentes de Seguridad y Economía, dos áreas en las que la ciudadanía reclama resultados con mayor urgencia. La derrota electoral, recuerda, “fue un 4-0 contundente”, pero el Ejecutivo parece no haberlo comprendido.
El desgaste de la vocería
La salida de la vocera presidencial, Carolina Jaramillo, suma otro capítulo a los movimientos del Gobierno. Durante su gestión, sus apariciones públicas estuvieron marcadas por confrontaciones, falta de datos y disputas directas con periodistas.
Hubo exclusiones de chats oficiales, bloqueos a preguntas y tensiones en ruedas de prensa que deterioraron la relación con los medios.
Para la experta en comunicación política María Belén Calvache, todo esto terminó de pasar factura en un momento clave. Según ella, la estrategia del Gobierno apostó por vocerías “sin legitimidad”, que fueron “a la confrontación, no a explicar”, y que instalaron un discurso que dividía a la ciudadanía entre aliados y enemigos.

Esa línea, sostiene, mostró improvisación y debilitó aún más el mensaje oficial.
Rotación, no cambio
Según Calvache, los cambios anunciados responden más a una necesidad de mover piezas hacia espacios menos expuestos que a una decisión de renovar cuadros. Muchos funcionarios no salen del Gobierno, sino que pasan a otras áreas, lo que evidencia, dice, una limitación interna. “El Gobierno no tiene cuadros más allá de los que ya tiene.”
La analista advierte que el mensaje político del Ejecutivo también se ha mostrado contradictorio. Ayer algunos voceros se resistían a reconocer la derrota; hoy el discurso oficial intenta proyectar un proceso de “oxigenación”, aunque en la práctica las mismas figuras siguen ocupando espacios claves.
Un mensaje pendiente
La ciudadanía votó entre problemas concretos: inseguridad, falta de empleo, un sistema de salud colapsado y una comunicación estatal poco clara. Molina y Calvache coinciden en que la consulta popular se sintió como un proceso improvisado, incluso planteado como un “cheque en blanco” sin explicaciones suficientes.
Por ahora, el Gobierno intenta mostrar un cambio. Pero mientras las mismas figuras sigan moviéndose de un ministerio a otro, la pregunta central sigue abierta: ¿realmente hubo un giro, o solo un nuevo acomodo?
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