Rafael Correa, líder de Revolución Ciudadana (RC) y expresidente de Ecuador, ha decidido ventilar sin filtros su molestia interna. Lejos de manejar el tema dentro del movimiento, volvió a cuestionar a la prefecta del Guayas, Marcela Aguiñaga, por su encuentro con la prefecta de Cotopaxi, Lourdes Tibán, y elevó aún más el tono con advertencias directas.

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El domingo 23 de noviembre, Correa calificó dicha reunión como una señal “alarmante”, un hecho que, según él, contradice la ética política que debería regir dentro de RC. Lo describió como un acto que “deshonra” al movimiento y justificó su postura con duros comentarios hacia Tibán.

El mensaje de Correa: solo dos caminos, ambos intolerables

Correa escribió que Lourdes Tibán “ha difamado de forma sistemática” a la RC y que cualquier acercamiento con ella solo puede interpretarse de dos maneras: o se asume que sus ataques han sido correctos, o se está trivializando la mentira y la maldad. "No existe una tercera opción”, escribió.

Para el expresidente, cualquiera de estos escenarios es incompatible con la moral política que, afirma, debe regir al interior de RC. Y lanzó una advertencia que retumbó en la interna: si su criterio no es respaldado, él sería quien sobra dentro del movimiento.

Presión interna para desplazar a Aguiñaga

El exmandatario dejó claro hace semanas que no respaldará la reelección de Marcela Aguiñaga y exige que la convención de enero se pronuncie sobre el tema. Su firmeza apunta a que los militantes deben decidir: apoyar su postura o asumir las consecuencias de contrariarlo.

Detrás de esta pugna también flota otra lectura: Aguiñaga es una de las pocas figuras con potencial presidencial dentro de RC y algunos analistas interpretan que su crecimiento político despierta resistencia en sectores internos.

Reacción en el movimiento fue inmediata

Luisa González, presidenta de RC, también compartió el mensaje de Correa, en medio de saludos por su cumpleaños, evidenciando alineamiento institucional.

Desde Bolívar, la asambleísta Mireya Pazmiño apuntó directamente contra Aguiñaga, usando incluso el término “tránsfuga” y llamando a recuperar “decencia” y códigos éticos dentro de la política para evitar “traiciones”.

Aguiñaga opta por el silencio

Mientras tanto, Marcela Aguiñaga ha permanecido concentrada en su agenda como prefecta. No ha respondido públicamente a los cuestionamientos del exmandatario ni a las crecientes presiones internas.

En el movimiento, sin embargo, crece la percepción de que este conflicto busca dejarla fuera de la contienda política futura, especialmente porque RC atraviesa una etapa con escasez de liderazgos fuertes.

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