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El asesinato del líder empresarial Édgar Aguayo deja gran incertidumbre en EsmeraldasLuis Cheme / EXTRA y cortesía

Inseguridad en Esmeraldas: El asesinato de Édgar Aguayo paraliza el comercio local

Policía captura a tres presuntos implicados en la muerte de presidente de la Cámara de Comercio

La Policía Nacional detuvo a tres presuntos implicados en el asesinato de Édgar Aguayo Molina, presidente de la Cámara de Comercio de Esmeraldas, tras varios allanamientos en los sectores de La Guacharaca, Las Américas y Divino Niño.

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Los sospechosos tienen antecedentes por tráfico de drogas y porte de armas, y fueron apresados en un operativo coordinado con la Fiscalía.

El coronel Álex Reina, comandante de la Subzona Esmeraldas, adelantó que los detenidos pertenecerían a la organización delictiva Los Tiguerones, pero siguen buscando más pistas para aclarar el crimen del dirigente gremial.

El doctor Édgar Vicente Aguayo Molina fue asesinado en su farmaciaLUIS CHEME

El impacto de asesinato en el comercio

El asesinato de Édgar Aguayo Molina, un referente del sector productivo, ha sido un golpe brutal para la economía local. Aguayo no solo era comerciante, sino también un empresario que apostaba por invertir en su tierra. Su muerte a manos de sicarios encendió el miedo colectivo y paralizó las actividades económicas en la ciudad.

El centro comercial La Barraca es un claro reflejo de esta crisis. De los 670 cubículos que funcionaban, apenas 60 permanecen abiertos. El eco de pasos solitarios reemplazó el bullicio de los compradores. “Cuando matan a alguien en la ciudad, nadie compra”, dijo un comerciante que, al igual que sus colegas, les teme a las extorsiones.

Con los locales cerrados, se calcula que cientos de personas han quedado sin empleo. La inseguridad, sumada a la crisis económica, agrava el desempleo en una provincia que ya enfrenta altos índices de pobreza.

Los comerciantes describen la situación con una palabra: asfixia. No solo por la caída de las ventas, sino por las deudas, la ausencia del Estado y la falta de esperanza. Para los esmeraldeños, el problema es más que solo la delincuencia; es el abandono estatal.

El asesinato de Aguayo fue un mensaje claro: nadie está a salvo. El miedo se ha vuelto una rutina en una ciudad donde el comercio, que debería ser el motor de vida, funciona con respiración artificial.

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