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Sepultaron los restos de taxista carbonizado, en QuinindéLuis Cheme / EXTRA y cortesía

Taxista incinerado de Quinindé: Hombre quemado es enterrado sin velorio

El gremio de conductores de la localidad de Esmeraldas pide justicia y seguridad

En el cementerio general de Quinindé, provincia de Esmeraldas se sentía más silencio de lo habitual, durante el sepelio del taxista Byron David Ávila Valencia, la tarde del martes 5 de agosto de 2025. No hubo velorio, ni último adiós con flores. 

El cuerpo fue llevado en una caja hermética desde la morgue a la tumba, porque del taxista de 27 años, al parecer, solo quedaron cenizas y algunos restos quemados. Su padre lo identificó por un anillo de acero que llevaba en la mano derecha y la placa del taxi PCX-7993, que él le había prestado.

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A Byron lo mataron con una brutalidad que hiela la sangre. Lo ejecutaron y lo quemaron junto a otro hombre que, hasta ahora, permanece sin ser identificado. Ambos fueron hallados en la cajuela de un taxi carbonizado, en una guardarraya, a unos 70 metros de la vía principal, en una hacienda privada en la vía Plan Piloto, zona rural de La Concordia, en Santo Domingo.

“El fuego lo borró todo”, dice don Jorge Ávila, padre del joven. “Solo su anillo… solo eso quedó”, dice el progenitor conmovido por el cruel acto que es investigado.

Lo vieron salir del centro de la ciudad

De Byron supieron hasta el lunes 4 de agosto, como a las 11:30 de la mañana. Compañeros taxistas aseguran haberlo visto salir del centro de Quinindé con un cliente rumbo a una zona rural. Parecía que él  hacía una carrera más.

La muerte del joven ha provocado miedo en el gremio de taxistas en la citada urbe. Don Rolando, otro taxista, dice: “Ya no cogemos cualquier carrera. Dentro de Quinindé nomás trabajamos. Afuera, solo si es conocido, alguien de confianza”.

“Nos mataron a uno de los nuestros como si fuera un animal”, lamenta otro taxista mientras golpea con rabia el volante de su carro. “¿Así vamos a trabajar? ¿Quién protege a los que salimos todos los días a buscarnos el pan?”, resalta. Los conductores, familiares y amigos piden justicia, que su crimen  no quede en el olvido.

A Byron David Ávila Valencia lo vieron salir de la ciudad con un pasajero y no volvió.Luis Cheme / EXTRA y cortesía

Los indicios encontrados en el sitio

Byron no tenía antecedentes, no debía dinero, no se metía en problemas. Trabajaba para ayudar a su familia. Tenía una hija pequeña, una pareja y sueños aún por cumplir. Sus compañeros lo describen como alguien reservado y amable.

“Eso no fue un robo. Eso fue una ejecución”, dijo uno de los agentes y en el sitio encontraron una vaina percutida, señal de que uno o ambos hombres fueron asesinados antes del incendio. La Dinased lidera la investigación, pero por ahora, las respuestas son pocas.

Byron fue enterrado sin rostro, sin velorio, sin justicia. Su padre, al ver la caja cerrada, solo dijo: “Ahí dentro va mi hijo… pero no puedo despedirme”. En la puerta del cementerio, una niña pequeña preguntaba por qué no podían abrir la caja. Su madre, con los ojos enrojecidos, la abrazó fuerte y le dijo: “Papá ya está con Dios, mi amor”.

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