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Quito

Los edificios del siglo XX están abandonados y saqueados.Matthew_Herrera

Avenida 10 de Agosto: así se derrumba la vía que alguna vez fue el centro de Quito

La avenida 10 de Agosto, uno de los ejes más antiguos y simbólicos de Quito, enfrenta abandono acelerado: edificios vacíos, inseguridad

Un gato muerto dentro de una caja junto a la basura marca el paisaje del parterre de la avenida 10 de Agosto, en su inicio. Alguien lo abandonó allí hace varios días, por el hedor que se mezcla con el humo de los buses y el polvo levantado por los carros.

Al cruzar la calle, los edificios están vacíos. Ventanas rotas, muros cubiertos de grafitis que ya ni se leen. El corazón de Quito, la 10 de Agosto, late cada vez más lento. Ya no se escuchan los gritos de los vendedores ni el sonido de las máquinas de escribir que salía de los estudios jurídicos.

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Mientras miles de turistas llegaron por los conciertos de Shakira y el Cabildo celebró tener “la ciudad más linda del mundo”, esta avenida —a pasos del hipercentro financiero— se ha convertido en la 'hija fea' de la familia.

A pesar de los planes de recuperación, aún se ven habitantes de calle a lo largo de la avenida.Matthew_Herrera

El origen de una avenida que lo fue todo

La 10 de Agosto nace en el borde del núcleo fundacional de Quito, en el estrechamiento entre las lomas de San Juan e Itchimbía. Su recorrido inicia en la calle Briceño, en San Blas, y se extiende hacia el norte hasta el monumento al Labrador, donde se convierte en la Galo Plaza Lasso.

Son cerca de 14 kilómetros que han visto pasar tranvías, los primeros buses, desfiles y marchas.

Antes de ser avenida fue un sendero rural que unía el centro con Iñaquito, Cotocollao y Pomasqui. En el siglo XIX se llamó Gonzalo Pizarro y también 18 de Septiembre.

En 1949 adoptó su nombre actual, en honor al Primer Grito de Independencia. Décadas después, en 1995, llegó el trolebús. Hoy, sin embargo, las fachadas se llenan de letreros de Se vende o Se arrienda.

“Aquí era un sitio muy comercial”

Entre los pocos que resisten está José Antonio Torres, conocido como el señor de los cromos.

“Venimos acá desde los años 80, cuando esto era puro movimiento. El Benalcázar Mil era lo más importante. Había tribunales, notarías, abogados, tiendas… Todo eso se fue”, recuerda mientras acomoda sus láminas.

Detrás de él, una fila de locales vacíos parece una hilera de bocas cerradas. “La inseguridad es lo que más ha cambiado. Uno ya no puede trabajar tranquilo. Pero yo sigo aquí, porque esta fue siempre mi casa”, dice.

Algunos lustrabotas aún se aferran a sus puestos de trabajo.Matthew_Herrera

Edificios que duelen

Unos metros más arriba, Lorena Cervantes observa las fachadas marcadas por grafitis. Uno de esos edificios fue sucursal del IESS. Hoy solo quedan cajas con documentos abandonados.

“Mire cómo está todo. Esto no es educación, no es la carita de Dios”, reclama, señalando vidrios rotos y persianas bajas. 

“Pagamos impuestos para ver esto. Yo le pido al alcalde que recupere. ¿Qué imagen les dimos a los turistas que vinieron por Shakira?”.

Antes había movimiento hasta la noche. “Hoy a las 17:00 todo cierra. No hay policías, no hay control, no hay seguridad”.

Vaciamiento y subutilización

En el Benalcázar Mil vive Héctor Dávila, testigo del deterioro desde su balcón. “Es un abandono total. Hay huecos, baches, basura. Antes era una zona hermosa. Hoy la gente hace lo que quiere. Necesitamos un cambio de 180 grados”, reclama.

La Dirección de Planificación Estratégica Urbana del Municipio tiene un nombre para lo que ocurre: vaciamiento y subutilización.

El informe de este año evidencia la migración de familias hacia el norte y los valles, dejando viviendas y edificios abandonados, incluso patrimoniales.

Detalla la falta de áreas verdes, equipamientos deteriorados y un eje que perdió atractivo y población.

La 10 de Agosto es todavía una importante arteria para el sistema de transporte Trolebús.Matthew_Herrera

El documento propone:

  • Reciclar edificios vacíos,
  • Eehabilitar bienes patrimoniales,
  • Dar incentivos fiscales,
  • Controlar comercio informal,
  • Incluir procesos de inserción social para habitantes de calle,
  • Añadir nuevas áreas verdes.

Pero todo sigue en el papel.  Mientras tanto, las ‘habitaciones’ improvisadas de personas en situación de calle permanecen en plena vereda.

El Trolebús: lo que quedó atrás

Más al norte, en la 10 de Agosto y Rumipamba, se derrocó la parada El Florón porque ya no se usaba y se convirtió en un foco de inseguridad. En la Y, la estación que antes daba vida a la zona tampoco funciona.

Decenas de propiedades y negocios están a la venta o en arriendo. Ya no hay flujo de comercio.Matthew_Herrera

El proyecto Quitopía pretende rehabilitar la estructura, pero no avanza. Aún se ven los muros donde, a inicios de los 2000, miles de pasajeros esperaban los alimentadores hacia el norte.

“Había restaurantes, negocios que vivían del Trole. Ahora ya no hay nada”, lamenta Yolanda Cruz.

La avenida que resiste

A pesar del deterioro, algunos todavía se aferran al lugar. El señor de los cromos abre su puesto cada mañana, igual que hace 40 años. “Mientras yo viva, aquí estaré. Esta avenida fue nuestra casa, y las casas no se abandonan”, afirma.

El cadáver del gato sigue en el parterre, junto a la basura, en la agonizante 10 de Agosto. Se acerca su fin, y nadie hace nada por salvarla.

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