La familia que les regaló San Juan de Dios: así se vive la Navidad en un albergue de Quito
En este refugio ubicado en el centro de Quito, el colombiano Dídimo vive por primera vez unas fiestas llenas de abrazos y sonrisas compartidas.
Los usuarios de este albergue salen bien ‘papeados’ tras el almuerzo.
A sus 42 años, Dídimo Zúñiga encontró una nueva familia en el albergue San Juan de Dios, en el centro de Quito. Llegó hace más de diez años, después de pasar por la vida en la calle en Lago Agrio.
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Diciembre es su mes favorito: comparte con sus compañeros, recibe regalos, se viste con traje formal y recuerda historias de su niñez. Él fue uno de los miles de colombianos desplazados por el conflicto con las disidencias de las FARC, cerca de la frontera con Ecuador.
Un pasado crudo
Cuenta que de pequeño fue secuestrado por paramilitares que querían obligarlo a unirse a ellos. Dice que lo torturaron y lo hicieron ver crímenes y tratos inhumanos.
En el espacio principal hay un árbol de más de cuatro metros de altura.
Su infancia y adolescencia no fueron fáciles, pero ahora todo es distinto: villancicos, bolsas de caramelos, un pesebre y los abrazos de quienes, como él, encontraron en este albergue una segunda oportunidad.
Quito
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Byron Castillo
Festejo solidario
El albergue San Juan de Dios es una institución sin fines de lucro que ayuda a personas vulnerables con distintos programas. Todos los días dan hospedaje a 100 personas en situación de calle y comida a 250 más.
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Luis Jaramillo es uno de ellos. Va al albergue desde 2022. Le encantan las ensaladas que preparan y disfruta la compañía de otros. Vive con su hermana y le ayuda en los quehaceres de la casa. Así se gana el desayuno y la merienda.
Durante la hora de almuerzo.
Este adulto mayor de 70 años fue atleta en su adolescencia y representó a Pichincha en competencias regionales. En Colombia conoció a una mujer con quien tuvo un hijo. Vivieron en Ecuador, pero después ella y su hijo regresaron a su país.
Amistad incondicional
Dídimo dice que muchas de las personas que llegan al albergue han pasado por momentos difíciles en su niñez y juventud. Por eso, la Navidad es especial: pueden vivir lo que nunca vivieron con sus familias.
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En el albergue armaron un árbol de más de cuatro metros y un pesebre con el nacimiento de Jesús. Todos los espacios están decorados con luces, cuadros y adornos navideños.
Los beneficiarios también reciben medicinas.
Además, estudiantes de distintos colegios colaboran estos días y acompañan a los internos.
Coralía Córdova, psicóloga de un colegio del Valle de los Chillos, asegura que estas actividades ayudan a que los adolescentes vean otras realidades y desarrollen empatía por quienes más lo necesitan.