La parroquia pesquera de San Mateo vive días de angustia y desconsuelo por la desaparición de dos de sus hombres de mar. José Gabriel, de 33 años, y Byron Fernando López Villacreses, de 32, zarparon el pasado jueves 11 de septiembre en la embarcación “Bendición de Dios” para cumplir con una faena de pesca que, hasta hoy, no ha tenido retorno.

“Mis sobrinos salieron a pescar, y el sábado, como a las diez de la noche, nos enteramos de que habían sido asaltados en alta mar, que a eso de las tres de la tarde se los habían llevado amarrados. Después dijeron que ya no los habían visto… y desde entonces nada. La espera y la angustia es demasiado, porque el mar es inmenso, tan grande, que no sabemos en qué parte buscarlos. La corriente está muy dura. No se sabe nada, amigo”, relató entre lágrimas su tía, María Villacreses.

La comunidad se ha volcado a apoyar a la familia en medio de esta tragedia. Con maratones y colectas, los vecinos han reunido fondos para combustible, víveres y lo necesario para que más embarcaciones se sumen a la búsqueda. “Hicimos una cruzada y gracias a la colaboración de la gente, se pudo seguir buscando. Pero hasta ahora, las demás embarcaciones han regresado sin noticias. La angustia crece cada día” lamentó la allegada.

Recuerdos que golpean a las familias

Años anteriores, San Mateo ya ha sufrido golpes trágicos con pescadores fallecidos tras ataques de piratas en altamar. Algunos de los cuerpos fueron recuperados, mientras que otros lamentablemente nunca aparecieron. Estos episodios reviven hoy el temor de los familiares de José Gabriel y Byron Fernando, quienes cada minuto luchan contra la angustia y el miedo a lo peor.

En el muelle pesquero de San Mateo, bajo una carpa improvisada, las familias aguardan día y noche el regreso de los hermanos. Allí, entre rezos, lágrimas y abrazos solidarios, alimentan la esperanza de recibir noticias positivas, aunque el paso de los días vuelve más pesada la incertidumbre.

Mientras las olas golpean con fuerza la costa de San Mateo, las familias de José Gabriel y Byron Fernando resisten entre la incertidumbre y la fe. Piden que el mar devuelva a sus hijos y que la “Bendición de Dios” no sea solo el nombre de la embarcación, sino también el milagro que los traiga de regreso.

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