“No sabía que esa bendición sería la última”, dice María Romero mientras intenta contener el llanto que vuelve cada vez que recuerda la mañana del sábado. Sus padres, Nastacio Romero (76) y Holanda Tuarez (56), se despidieron de ella con la naturalidad de quien cree que el regreso está asegurado. Iban rumbo a Convento para acompañar a la familia en un velorio.

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Su padre le dio la bendición antes de subir al bus y ella, sin imaginar lo que ocurriría después, les deseó que disfruten el viaje. Horas más tarde, una llamada destruiría su tranquilidad: sus padres estaban entre las víctimas del accidente que apagó ocho vidas en la vía Zapallo–Convento, en la temida Loma de Palalache.

Así se encontraron los cuerpos luego del accidente

María narró que el dolor se profundizó cuando le tocó ver los cuerpos de sus seres amados. “Mi papá tenía el rostro desfigurado, el cuerpo de mi mamá estaba hecho pedazos, es un dolor tremendo, cuando levantaron el carro vimos los cuerpos que habían quedado aplastados, fue terrible”, lamentó la entristecida hija en los exteriores del Centro Forense de Manta.

María Romero continúa intentando asimilar la pérdida. Recuerda a su padre como un campesino trabajador y a su madre como una mujer noble, dedicada al hogar. “Ellos salieron contentos y nunca pensé que el camino les tendría preparada esta mala pasada”, dijo con la voz quebrada. Su dolor refleja el de decenas de familias que hoy exigen justicia y respuestas ante una tragedia que vuelve a poner en evidencia los riesgos del transporte interprovincial en esta zona del norte de Manabí.

El siniestro se produjo cuando el bus Disco 24 de la Cooperativa Santo Domingo perdió el control en una curva peligrosa y se volcó de manera violenta. Seis personas murieron en el mismo lugar del accidente, mientras otras dos, gravemente heridas, fallecieron durante el traslado o la atención médica posterior. La tragedia provocó escenas de desesperación y dolor entre los familiares, quienes aguardaban en el Centro Forense de Manta para retirar los cuerpos y llevarlos a sus comunidades.

Las familias de otras víctimas: ¿Qué decían?

Uno de los más afectados era Fabián Bautista, quien perdió a sus primos Karina Guerrero y Wilmer Vélez Muñoz, esposos que habían viajado a Santo Domingo a comprar materiales agrícolas. Entre sollozos, reclamó que el bus aparentemente presentaba fallas mecánicas y que además viajaba con exceso de pasajeros. “Nosotros pagamos para que nos trasladen con bien, pero hay mucha irresponsabilidad en el volante”, expresó con impotencia. Conmovido, pidió apoyo para poder sepultar a sus seres queridos, pues pertenecen a una familia de escasos recursos. “No es la primera vez que estas vías dejan tragedias. No queremos más familias destruidas por el dolor”, señaló.

Uno de los testimonios más estremecedores fue el de Ángel Patricio Hernández Calle, sobreviviente del accidente y pasajero del bus N.º 34. Él relató que todo marchaba con normalidad hasta que, al iniciar la bajada de Palalache, el bus tomó velocidad repentinamente, causando angustia entre los pasajeros.

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Las primeras curvas se sintieron peligrosas y, en la tercera, la unidad perdió estabilidad. Dentro del bus se vivieron momentos de desesperación y confusión, mientras varias personas intentaban protegerse como podían. Ángel logró salir por un espacio reducido y fue auxiliado por habitantes de la zona antes de recibir atención en un consultorio particular. “Estoy vivo de milagro”, afirmó. “Lo que se vivió ahí adentro no se lo deseo a nadie”.

Asimismo, otras víctimas de este trágico accidente fueron: Eliana Karina Guerrero Guerrero (35 años), Betty Jaqueline Guerrero Álava (37 años), Wilmer Evaristo Vélez Muñoz (37 años), Alex Josué García Guerrero (9 años), Erika Vásquez Cedeño (29 años) y María Diolinda Cherre Cuzme (60 años). Cada uno de estos nombres representa una historia truncada y una familia marcada por un dolor que difícilmente podrá sanar.

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