El último atentado perpetrado en Santo Domingo de los Tsáchilas, en la cooperativa Cristo Vive, confirmó que el dominio de Los Lobos se fortalece en la ciudad y en la provincia. Este grupo fue identificado como autor de la matanza dentro de un billar por la señal con la mano que hizo uno de los asesinos cuando acribillaban a 11 personas, de las cuales ocho murieron, la noche del 12 de septiembre.

Y ese hecho tendría un motivo específico: vengar el ataque contra la madre de Fabricio Colón Pico, líder de Los Lobos en Quito, registrado el 10 de septiembre en la cooperativa Che Guevara, también en Santo Domingo. Una fuente explicó a EXTRA cómo los cabecillas de esta agrupación organizaban este tipo de vendettas.

“Los Lobos tienen sus líderes en cada sector que dominan. Colón Pico, por ejemplo, dominaba en Quito, pero no tenía injerencia en Santo Domingo”, indicó el consultado. Por eso, probablemente, pidió ayuda a los líderes de la provincia tsáchila para vengar lo ocurrido con su progenitora y así se produjo la matanza en Cristo Vive, según la fuente.

El armamento se ha convertido en firma de Los Lobos

Sin embargo, aún se investigaba si la masacre del billar en esta cooperativa fue una represalia por el intento de sicariato a la madre de Colón Pico, dijo Beatriz Benavides, comandante de Policía de Santo Domingo.

Según la persona consultada por este Diario, Los Lobos han dejado su ‘firma’ en los diferentes ataques que se les atribuían, en un lapso de dos meses, en la provincia colorada. “El más común de todos es el uso de armamento pesado en sus ataques, al menos acá en Santo Domingo. Por lo general usan fusiles de calibres 2.23 o de 5.56”.

Ese tipo de armas se distinguió en el crimen múltiple de Cristo Vive, gracias a un video en vivo. Tres hombres con fusiles y chalecos antibalas llegaron para cometer el asesinato.

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La pugna con Los R

Pero esa clase de armamento también se usó en otra matanza parecida, ocurrida el 17 de agosto, en un billar de la Zona Rosa, centro de Santo Domingo. Allí se disparó contra siete hombres, entre quienes estaba un miembro de Los R, Édgar Wilfrido Quiroz Alcívar, alias Rasta, de 29 años, cuyo dominio sería el barrio 14 de Febrero, ubicado detrás de ese concurrido sector.

La pugna con Los R dejó otra masacre, pero el 10 de agosto, en el barrio Los Rosales, que dejó cuatro asesinados. Allí apareció un panfleto en el que se amenazaba a quienes apoyaran a ese grupo criminal que, al parecer, pierde territorio ante Los Lobos con cada feroz ataque en Santo Domingo de los Tsáchilas.

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