El reloj marcaba las 12:26 del mediodía de este jueves 20 de noviembre de 2025 cuando el estruendo de varios disparos apagó la aparente rutina de la avenida Libertad, en el sector de la Parada 12, al norte de Esmeraldas. Allí, en un pequeño taller de reparación de ventiladores y aires acondicionados, un hombre identificado como Freddy Sevilla de aproximadamente 28 años, conocido por los vecinos como “Pulguita”, cayó sin vida entre herramientas, cables y artefactos a medio arreglar.

Sus verdugos llegaron en motocicleta, descendieron sin decir palabra y lo acribillaron a quemarropa, ante la mirada atónita de quienes minutos antes lo habían visto trabajando en silencio, como todos los días.

El cuerpo quedó tendido en el piso del taller mientras los agresores escaparon con rumbo desconocido. La Policía Nacional cercó el área en cuestión de minutos, mientras moradores, temerosos, repetían la misma frase: “solo escuchamos los tiros, no vimos nada”. Minutos después llegó personal de Criminalística para levantar indicios y preparar el traslado del cadáver.

Este crimen, el cuarto asesinato al estilo sicariato en tan solo cuatro días, ocurrió justo mientras el ministro del Interior John Reimberg visitaba Esmeraldas, invitado por el acto oficial por los 178 años de Provincialización. 

Semana violenta en Esmeraldas 

Este nuevo ataque se suma a otros hechos que han marcado una semana teñida de sangre. El martes por la noche, en la isla Pianguapí, una pareja de esposos fue asesinada dentro de su vivienda. Veinticuatro horas después, la tarde del miércoles, una guía penitenciaria fue emboscada y ejecutada a tiros mientras conducía su motocicleta por la vía Carlos Concha Torres, a la altura del sector conocido como “Los Moteles”. Y este jueves, durante los actos oficiales encabezados por el ministro, la muerte volvió a irrumpir con violencia en la Parada 12.

Con este nuevo ataque, ya son cuatro personas asesinadas a tiros en Esmeraldas en menos de una semana: dos hombres y dos mujeres, todas víctimas de ataques directos bajo la misma modalidad de sicariato. La ciudad vive días de luto, de zozobra, de preguntas que se repiten sin respuesta, mientras la violencia parece desafiar incluso la presencia de las más altas autoridades nacionales.

Los vecinos, entre el miedo y la resignación, miraban desde lejos la escena acordonada. “Aquí ya no se sabe cuándo te toca…”, murmuró un hombre mientras observaba el ingreso del carro de Medicina Legal. En Esmeraldas, la vida sigue, pero a un ritmo quebrado por el eco de las balas y la sensación de que ningún día, ninguna autoridad y ninguna ceremonia están a salvo de la muerte que ronda las calles.

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