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Guayaquil

Black Friday en la Bahía de Guayaquil: la escena que sorprendió a muchos
En la Bahía de Guayaquil, el Viernes Negro ya comenzó para algunos comerciantes. Esperan un aumento de hasta el 50 % en las ventas
A la Bahía de Guayaquil no la apuran ni las modas ni las fechas importadas. Falta menos de una semana para el Black Friday y, sin embargo, el ‘mall’ más popular de la ciudad sigue con la calma de quien ya lo ha visto todo. No hay letreros negros, ni bocinas anunciando rebajas ‘de locura’. Lo único que se escucha, insistente, es el tic-tic-tic de una perilla que gira sin parar en las manos de un hombre.
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Ramón Recalde está ahí, como cada día, arrimado a un pilar de las calles Colón y Malecón, ‘cobijado’ por una pequeña sombra. A su alrededor, una hilera de juguetes de cuerda de un dólar se despliega sobre el piso caliente.
Ranas que saltan, patos que cabecean, dinosaurios que avanzan torpes y pajaritos que baten alas. Todos al mismo compás marcado por Ramón cada ‘dos por tres’.
La escena tiene algo de ritual. Él se encorva, se agacha, gira una perilla, endereza la espalda, observa cómo el muñeco avanza unos pasos, se detiene, vuelve a agacharse, repite. Lo hace de 10:00 a 14:00 todos los días. Lo hace aunque vea apenas por un ojo. Lo hace aunque sus años -setenta, dice- y una discapacidad psicosocial lo hayan llevado a ese rincón convertido en rutina.

“Soy vendedor ambulante desde hace 30 años”, indica sin dejar de mover los muñecos que forman su pequeño ejército. “He vendido de todo. Gracias a eso me he podido jubilar”. Lo dice con la calma del que ya vivió demasiadas cosas como para impresionarse por un viernes de descuentos.
Aun así, admite que esta vez quiere probar suerte: “Mi promoción para Black Friday es de $2,50 por tres muñecos. A ver cómo nos va”.
El ‘once’ del descuento en la Bahía de Guayaquil: ropa deportiva
Apenas se avanza unas cuadras, la Bahía cambia de ritmo con los estrechos pasillos. En un cubículo apretado de la Eloy Alfaro con Olmedo, donde la brisa del río entra a ratos como un alivio prestado, está Carlos Luis Morales. No el arquero histórico de la selección, sino su homónimo: un comerciante que también vive rodeado de camisetas, pero de otro modo.
En lugar de atajadas memorables, este Carlos arma paredes de tela: colgadas, alineadas, clasificadas por colores y épocas. Camisetas actuales, retro, de colección, de clubes locales y gigantes europeos. Todas de ‘calidad 1.1’.

Él tampoco necesita gritar. Basta que un transeúnte voltee a ver la tela para que Carlos levante la ceja, sonría y comience a vender. Entre cliente y cliente revisa su teléfono, porque en su otra vida (la digital) su negocio es más grande, más ruidoso y más veloz.
En TikTok (@tiocarlosbodega) ha bailado, ha actuado y se ha disfrazado de ‘choro’, de soldado caído, de personaje de novela, de cualquier cosa que haga que la gente lo recuerde. Y lo recuerdan.
“Yo ofrezco estas promociones porque la gente ya las espera. Es algo importado, pero el ecuatoriano lo adapta enseguida”, explica. Luego lanza la fórmula que su clientela tiene grabada: “Las camisetas cuestan 18 dólares, pero en Black Friday lleve tres por 40, solo viernes 28 y sábado 29”. Con esa estrategia, espera incrementar en un 50 % la afluencia de compradores.
Lleva cinco años ahí, firme. Todo lo hace con constancia: las promociones, los videos, los envíos, los regalos de dulces y juguetes en fechas especiales. “Lo que haces de buen corazón vuelve. Y lo mejor es que ganas clientes fieles. Eso vale más que cualquier rebaja. Gracias a Dios nos va bien”.
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