Byron Morales, conocido con el alias de Borreguito, fue declarado inocente y dejado en libertad tras enfrentar un proceso penal por su presunta participación en la masacre ocurrida el 11 de diciembre de 2023, en una vivienda de la cooperativa Guayas y Quil 1, ubicada en el Guasmo Sur de Guayaquil. En ese hecho violento fueron asesinados cuatro niños y su madre.

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La captura de Morales se produjo la noche del miércoles 13 de diciembre, en las calles 32 y García Goyena, en el suburbio de Guayaquil. Luego fue puesto a órdenes de las autoridades judiciales. Al día siguiente, jueves 14, durante la audiencia de formulación de cargos, un juez le dictó prisión preventiva y fue procesado por el delito de asesinato. De haber sido hallado culpable, habría enfrentado una condena de entre 22 y 26 años, según el artículo 140 del Código Orgánico Integral Penal (COIP).

Sin embargo, el Tribunal Sexto de Garantías Penales del Guayas concluyó que no existían pruebas suficientes para determinar la responsabilidad penal de Morales como autor del crimen. La sentencia que ratificó su estado de inocencia fue dictada el 31 de enero de 2025, aunque el caso volvió a la atención pública tras el asesinato de su pareja sentimental, ocurrido el viernes 23 de mayo de 2025.

Según registros de la Función Judicial, alias Borreguito no era ajeno a la justicia. En 2019 y 2020 enfrentó tres procesos judiciales: dos por robo y uno por tráfico de drogas. La última de sus detenciones ocurrió el 4 de octubre de 2020, cuando fue acusado del robo de una motocicleta en el suburbio de Guayaquil.

En la diligencia judicial de diciembre de 2023, el juez también dispuso medidas de protección para el esposo y el padre de las víctimas, quienes sobrevivieron al ataque.

¿Cómo ocurrió el crimen?

El crimen que conmocionó a la ciudad ocurrió la noche del 11 de diciembre de 2023. Ese día, sujetos armados a bordo de un vehículo Chevrolet blanco llegaron hasta la vivienda donde se encontraban los niños y su madre, Rosa. Uno de los sicarios descendió del auto y disparó directamente contra la casa. Aunque el padre de los menores y otros familiares lograron salvarse al tirarse al piso y esconderse, cinco vidas se perdieron en la masacre.

Rosa trató de proteger a sus hijos con su cuerpo, pero los disparos acabaron con su vida y la de sus pequeños, de 7, 5, 3 años, y una bebé de apenas cinco meses.

A casi un año del crimen, Olga, una guayaquileña de 48 años y abuela de los niños asesinados, asegura que la angustia, el miedo y la desesperación la acompañan cada día. No pierde la esperanza de que se haga justicia, aunque confiesa que ya no confía en el sistema judicial.

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"Ya no creemos en la justicia terrenal, solo en la divina. Todo lo dejamos en manos de Dios… Fueron audiencia tras audiencia para que al final quedara libre", expresó entre lágrimas.

El reciente asesinato de la pareja de Morales, ocurrido la noche del 23 de mayo en las calles 25 y El Oro, en el sur de Guayaquil, vuelve a poner en el foco público su nombre, pese a que el tribunal ratificó su inocencia en el caso de la masacre.

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