El barrio Augusto Polanco, en la ciudad de Esmeraldas, amaneció este viernes 10 de octubre marcado por la tragedia. Entre los escombros ennegrecidos y el olor a humo que todavía se percibe en el aire, los vecinos observan lo que quedó de la vivienda que, hasta la noche anterior, albergaba a una familia de cuatro integrantes. Hoy, la casa es solo una estructura calcinada y silenciosa.

De acuerdo con el reporte del Cuerpo de Bomberos de Esmeraldas, el siniestro se registró pasadas las 21:00 del miércoles 9 de octubre. Las llamas avanzaron con rapidez y, en medio del fuego, los cilindros de gas doméstico que se encontraban en el interior explotaron. Dos fuertes detonaciones sacudieron el sector, despertando la alarma y el miedo de los moradores. 

Durante varias horas, unidades de emergencia trabajaron sin descanso para controlar el incendio y evitar que se propagara hacia otras viviendas. Tras sofocar el fuego, procedieron con labores de enfriamiento y remoción de escombros. El saldo fue devastador: una familia conformada por una pareja de esposos y sus dos hijos perdió absolutamente todas sus pertenencias.

“Me encontraba en mi trabajo cuando me llamaron. Tuve que salir de inmediato y cuando llegué, la casa ya estaba destruida. Lo único que agradezco es que mi familia está con vida”, relató entre lágrimas el jefe de hogar. Ahora, junto con su esposa e hijos, pernoctan en un cuarto facilitado por vecinos solidarios, mientras esperan una mano amiga que les permita levantarse de la desgracia.

Hasta los uniformes y útiles escolares se quemaron

La esposa, visiblemente afectada, señaló que los enseres, la ropa y hasta los uniformes escolares de sus hijos quedaron reducidos a cenizas. “Todo lo perdimos, mis hijos se quedaron sin nada para estudiar”, expresó. La impotencia se mezcla con la esperanza de que las autoridades y la comunidad puedan brindar apoyo.

La primera ayuda llegó de parte de voluntarios y del equipo del coronel Javier Buitrón, quienes entregaron víveres, agua y pañales para cubrir las necesidades más urgentes. Además, se comprometieron a donar camas y materiales básicos para levantar nuevamente un techo en el lugar. Sin embargo, la familia necesita mucho más: desde ropa y utensilios hasta apoyo institucional que les permita empezar de nuevo.

En el sector, los vecinos reconocen la solidaridad inmediata, pero insisten en que la situación exige una respuesta más amplia. “Aquí hay una familia que se quedó en la nada, no podemos dejarlos solos”, comentó uno de ellos mientras observaba la estructura calcinada.

El barrio Augusto Polanco, que ayer se estremeció por las explosiones, hoy se une en un llamado: que esta familia no sea olvidada en medio de la tragedia. Porque, aunque el fuego consumió sus pertenencias, aún permanece intacta la esperanza de volver a empezar.

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