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Ecuador

Familiares de reos en Esmeraldas exigen lista de sobrevivientes tras la masacre
Con bloqueos y llantos, familias de reos en Esmeraldas claman una lista oficial de sobrevivientes
La angustia se desbordó la mañana de este viernes 26 de septiembre de 2025 en los exteriores de la cárcel de varones de Esmeraldas. Esposas, madres, hermanas y padres de los privados de libertad que sobrevivieron en la masacre del 25 de septiembre bloquearon la vía Refinería, principal acceso al centro penitenciario, en un acto desesperado de protesta.
Con llantas, piedras y maderas improvisaron barricadas para impedir el paso de los vehículos, mientras sus gritos y llantos rompían la calma aparente de la ciudad. No reclamaban privilegios ni beneficios, solo una respuesta: saber si sus familiares aún están vivos.
Desde hace dos días, muchos de ellos no tienen noticias. La masacre dejó 17 reclusos asesinados y al menos 16 heridos, pero el hermetismo oficial ha sembrado un vacío insoportable. “Lo único que queremos es una lista de los vivos, nada más”, clamaba una mujer, con el rostro enrojecido por las lágrimas, mientras pedía que no fueran reprimidos con disparos al aire ni gases lacrimógenos. Su voz, entrecortada, se unía a la de decenas que repetían la misma exigencia: nombres, certezas, información.
Algunos cargaban a sus hijos pequeños. Entre los manifestantes había también mujeres embarazadas que, pese al riesgo, se mantenían firmes en la protesta. “Ellos también son padres, hermanos, hijos. Necesitamos saber qué pasa. No pedimos otra cosa que una lista oficial, que alguien responsable salga y nos diga quiénes están vivos y quiénes no”, decía un hombre que no había dormido desde la madrugada del ataque.
La desesperación se mezclaba con el hambre y el cansancio. Familias enteras amanecieron en los alrededores del penal, soportando el sol inclemente y la incertidumbre corrosiva. “Desde ayer estamos aquí, sin comer bien, sin dormir, con el corazón hecho pedazos. Solo repetimos la misma pregunta: ¿dónde están nuestros familiares?”, relataba Carlos Ortiz, cuñado de uno de los detenidos. Según él, en lugar de recibir información, lo único que encontraron fue maltrato verbal de algunos uniformados que pretendían dispersarlos.

Denuncian maltrato contra los reclusos
El drama iba más allá del reclamo. Varios familiares denunciaron que, dentro del penal, militares habrían obligado a los internos a cargar y deshacerse de sus propias pertenencias, incluidas colchonetas, tras los traslados realizados en medio de la crisis. “No es justo que encima de que arriesgan sus vidas, les quiten lo poco que tienen”, lamentaba una hermana de uno de los reclusos. La sensación de desamparo crecía ante la ausencia de voceros oficiales. Ni el director del centro carcelario ni el gobernador de la provincia se presentaron para dar un parte oficial.
La vigilia se convirtió en un clamor colectivo que resume el dolor de Esmeraldas: madres arrodilladas implorando, hombres con la voz rota pidiendo dignidad, niños que preguntaban por padres que quizá no volverán. En medio del caos, alguien lo expresó con la crudeza que compartían todos: “Si está vivo, díganlo. Si está muerto, también. Lo que no soportamos es este silencio”.
El bloqueo de la vía generó congestión vehicular, pero los manifestantes insistieron en mantener su protesta hasta obtener respuestas. La exigencia es clara: una lista oficial de los reos vivos, heridos y fallecidos. Una lista que dé nombre al dolor y permita a las familias empezar a cerrar el duelo o recuperar, aunque sea, la tranquilidad de saber que sus seres queridos aún respiran tras las rejas.
En Esmeraldas, la violencia carcelaria no solo arrebató 17 vidas; también dejó a decenas de familias atrapadas en una incertidumbre que duele más que la misma muerte.
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