Para Ligia Herrera, madre de Lucas Gabriel Campaña, lo ocurrido en el Cerro Puñay, en el cantón Chunchi, provincia de Chimborazo tiene un significado espiritual profundo. Su hijo, de 11 años, fue hallado tras cuatro días perdido, herido y deshidratado en una montaña inmensa. 

Y para ella no fue solo un rescate sino fue un milagro que honra el nombre que lleva: Lucas Gabriel. La progenitora contó en exclusiva que ella y su esposo eligieron los nombres Lucas por el apóstol Lucas, y Gabriel por el arcángel Gabriel. 

Una devoción que ayudó a Lucas Campaña

Desde bebé, el niño estuvo asociado a la fe y a la protección divina. Que son muy creyentes en la familia. Y en esta tragedia que pudo terminar de forma fatal, la familia siente que su significado se cumplió. “Creemos que su nombre ayudó… Dios lo trajo con bien”, afirma su madre.

El niño logró sobrevivir a condiciones extremas llenas de noches heladas, una caída que le dejó una fisura en el tobillo, deshidratación severa y la soledad más profunda. Entre huecos de tierra, vegetación húmeda y animales salvajes, se mantuvo consciente, protegido y con esperanza de volver a su familia.

Mientras él luchaba por mantenerse vivo, su madre vivía una agonía paralela. Confiesa que no podía comer ni beber agua, pensando que su hijo tampoco lo hacía. “¿Cómo voy a comer si mi hijo no tiene qué comer?”, recuerda, aún con la voz quebrada. Las horas, los rumores y las falsas teorías en redes sociales aumentaron su dolor.

Un nombre con gran significado

Pero cada día se aferraba a la idea de que “Lucas Gabriel” no era cualquier nombre. Que su hijo estaba protegido desde su nacimiento. Y el cuarto día, esa fe encontró respuesta porque los comuneros, guiados también por el perro que acompañó al niño, lograron hallarlo con vida.

Hoy, mientras Lucas se recupera en el Hospital Baca Ortiz, su madre agradece entre lágrimas. A Dios, a los rescatistas, a las oraciones de desconocidos y a ese nombre que carga con fuerza espiritual. “Es mi milagro”, dice. Un niño que volvió de la montaña con el cuerpo herido, pero con la vida intacta.

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