La violencia volvió a teñir de sangre a la provincia de Esmeraldas en una jornada marcada por el miedo, los disparos y la desesperación de familias enteras que aún no logran comprender la brutalidad de lo ocurrido. En menos de 24 horas, tres personas fueron asesinadas y dos resultaron heridas en distintos puntos de Atacames, mientras que un adolescente fue secuestrado y ejecutado con varios disparos en el cantón Esmeraldas, en un caso que estremeció incluso a los propios agentes policiales que participaron en la persecución.

El primer ataque ocurrió en el sector Los Almendros, donde un hombre cayó abatido tras un ataque armado que, según vecinos, “se escuchó como si la guerra hubiera empezado aquí mismo”. Apenas minutos después, otro tiroteo sacudió el sector de Cocoroco: una segunda víctima murió en la calle, bajo la mirada impotente de quienes solo alcanzaron a refugiarse detrás de las paredes de sus casas. “No pudimos ni acercarnos, los tiros pasaban zumbando”, relató una mujer que pidió ocultar su nombre por temor a represalias.

Horas más tarde, el horror se extendió hacia la vía Salima, donde fue encontrado el cuerpo de un tercer hombre, aparentemente uno de los cinco ciudadanos reportados como secuestrados la noche anterior durante una balacera en el sector Nuevo Amanecer del Pacífico, también en Atacames. Una pariente del joven desaparecido lloraba desconsolada en el sitio: “Los sacaron a la fuerza… ¡y nadie hizo nada! Nos dijeron que los iban a devolver, que era solo una advertencia… mire cómo lo dejaron”.

Adolescente fue secuestrado en su casa y luego apareció muerto 

Pero lo más escalofriante ocurrió al caer la noche en la capital provincial. A las 20:40, en el sector Santa Cruz, cinco sujetos irrumpieron violentamente en la vivienda de Samuel Caicedo y se llevaron a su hijo, el adolescente Junior Matías, mientras él guardaba la motocicleta de su padre. “Entraron gritando, armados, como si la casa fuera de ellos”, relató el padre entre sollozos. “Me apuntaron, me empujaron… solo vi cómo a mi hijo lo metían a ese carro blanco. Yo sabía que algo malo iba a pasar”.

Según el informe policial, los uniformados iniciaron una persecución “ininterrumpida” tras recibir la alerta del ECU 911. Lograron ubicar el vehículo abandonado junto a la motocicleta en Santa Cruz, pero ya era demasiado tarde: a 400 metros, el cuerpo de Junior yacía en el suelo, acribillado. “Fue una escena demasiado fuerte. El chico estaba sin vida… tenía varios impactos…”, confesó un agente que participó en el operativo y que, con la voz quebrada, pidió no revelar su nombre. “Uno se acostumbra a ver de todo, pero cuando es un adolescente… eso sí golpea”.

Peritos de Dinased y Criminalística recogieron indicios hasta pasada la medianoche. Medicina Legal no llegó al sitio por considerarse un “lugar de tercer orden”, por lo que el cuerpo fue trasladado en una patrulla. Vecinos permanecieron mirando desde las esquinas, temerosos y en silencio, conscientes de que cualquier palabra podría costarles la vida. “Esmeraldas está desbordada, ya no sabemos qué hacer”, dijo un comerciante del sector. “Hoy fue ese niño, mañana quién sabe quién”.

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