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Ecuador

Parroquia San Martín de Porres, en Esmeraldas, celebró a su patrono
En la ciudadela Los Almendros, con cantos, ferias y procesión, los creyentes recordaron al primer santo mulato de América
En el corazón de la ciudadela Los Almendros, en Esmeraldas, se alza la parroquia San Martín de Porres como un faro de esperanza, unidad y fe para miles de devotos que se congregan, manteniendo firme la tradición costeña. La sencilla capilla que invita al recogimiento esconde la potencia de un proyecto evangelizador que se expande más allá del templo, hacia barrios, a hombres y mujeres que buscan sentido en la palabra de Dios.
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La historia de la parroquia no está documentada con lujo de fechas, pero sus raíces se entrelazan con las dinámicas de crecimiento urbano de Esmeraldas y el deseo ferviente de dar cobertura pastoral a comunidades populares como Los Almendros.
Los pobladores recuerdan misas al aire libre, catequesis en salones improvisados y visitas de sacerdotes que llegaban con el ánimo de sembrar el Evangelio, al tiempo que respetaban y celebraban la identidad costeña de sus feligreses: el tambor, la marimba, el canto al atardecer y la alegría que brota de la tierra tropical.
“La parroquia San Martín de Porres no solo celebra una tradición; anuncia el amor de Cristo desde la realidad de nuestro pueblo. Evangelizar aquí es caminar junto a la gente, compartir su alegría, su música y también sus heridas”, explica el padre Jorge Zambrano, párroco de San Martín de Porres.
La capilla es el corazón de la actividad litúrgica, pero la evangelización trasciende sus muros. En capillas subsidiarias y comunidades eclesiales de base, los agentes de la pastoral visitan hogares, organizan talleres y encuentros de oración donde la fe se encarna en el diálogo, la música y el compartir. Allí se reflexiona sobre la vida cotidiana: los retos sociales, familia, juventud y trabajo.

Festividades al santo
Ese compartir, el fervor comunitario, la devoción de los creyentes se evidencia en la gran fiesta al Santo Negro, celebrada el 3 de noviembre. Como cada año, días antes, desde los salones parroquiales de Los Almendros se convocaron a grupos para los ensayos de marimba y planificación de la procesión con la efigie de fray Martín de Porres, una de las figuras muy queridas en la iglesia católica. Él fue el primer santo mulato de América, en el Virreinato del Perú.
Además del novenario con misa diaria, cantos de arrullo costeños, encuentros de jóvenes, ferias comunitarias, este 3 de noviembre, al caer la tarde, llevaron la imagen sagrada por las calles de la ciudadela bajo exhortaciones de fe, flores, velas y música.
Para la fiesta, las familias de Los Almendros se suman aportando frutas, flores nativas y dulces tradicionales como muestra de gratitud y devoción.

“Aquí uno siente que el San Martín camina con nosotros. No es solo una imagen, es el amigo que nos acompaña cuando hay enfermedad, cuando falta el trabajo o cuando todo se complica”, asegura María del Carmen Mina, feligresa de Los Almendros.
El acto culminó con la eucaristía solemne. El párroco, acompañado por concelebrantes invitados y por un coro animado con marimba, proclamó la buena noticia.
Más que un ritual, la fiesta al santo es una afirmación de comunidad, de pertenencia y de esperanza frente a desafíos cotidianos. En cada vela encendida, en cada canto, en cada paso de la procesión por la ciudadela, late la convicción de que la fe transforma, sostiene y une.
La parroquia es consciente de sus retos: fortalecer los lazos con los creyentes; asegurar que la capilla y los espacios pastorales tengan mejores condiciones; y ampliar la voz de la comunidad hacia alianzas locales que permitan un desarrollo integral. Pero sobre todo, reafirma su papel como agente de evangelización que no solo proclama la palabra de Dios, sino que la hace relevante en la vida de Los Almendros.
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