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La joven busca espacios en la capital para exponer su arte controversial.Leonardo Velasco Palomeque

“Zorra fiel”: la ideología de Arzenyka que mezcla feminismo, trap satánico y libertad

La quiteña de 20 años, el cuerpo tatuado y una ideología que combina feminismo, oscuridad y rebeldía. Su música cruda busca incomodar y sanar heridas

Luces rojas iluminan los grafitis que adornan las paredes de un estudio de tatuajes, mientras cuerpos agitados y empapados de sudor se menean al ritmo de una canción de dancehall.

El protagonista del videoclip que se graba en ese espacio, ubicado en el norte de Quito, parece un ‘demonio urbano’. Viste de rojo, lleva lentes de contacto del mismo color que hacen brillar sus ojos como brasas, y hasta sus dientes parecen incendiarse.

Las modelos se mueven sensualmente mientras los asistentes corean la canción. Uno de ellos lleva una máscara de caballo. Nada raro en este mundo ‘underground’ (subterráneo) de la capital.

Arzenyka usa una peluca lila que roza sus rodillas, medias de red cubren sus piernas y calza plataformas rosadas que la empoderan.

Arzenyka durante el rodaje de un video de música urbana, en el norte de Quito.Leonardo Velasco Palomeque

El camarógrafo enfoca en primer plano los tatuajes de esta artista independiente, modelo y cantante de trap satánico, que parecen invocar al mismo Belcebú: alambre de púas en la frente, una soga en el cuello, la imagen de la Santa Muerte, un ciempiés, una ‘persona sombra’, una rata, una calavera...

Arzenyka tiene 20 años y, según ella, quiere romper esquemas, generar controversia e incomodar a la gente, desde su ideología hasta su estética.

Por eso, EXTRA la acompañó para conocer cómo es un día en su oscura vida. Esta tarde se desenvuelve como una de las protagonistas del video de un amigo al que conoció en un concierto ‘underground’.

Bebe cerveza a pico de botella y fuma tabaco mientras conversa con Rata con Tiñer, una de sus recientes amigas, a la que conoció durante la filmación de otro video musical.

Satanismo como ‘salvación’

Arzenyka pide un taxi a través de una aplicación y, mientras se dirige al estudio, escoge una canción de Métrika, rapera española y su artista favorita, en un ‘playlist’ de Spotify. Aprovecha el momento para revelar cuál es la filosofía detrás de esa mujer tatuada que mezcla oscuridad, feminismo, dolor y satanismo como ruta hacia la libertad personal.

Ha moldeado su proyecto musical con base a un pasado violento que la marcó. Tuvo una pareja que, según recuerda, la manipulaba y la hacía sentir inferior. No la apoyaba en sus sueños artísticos, lo cual la afectó. Por eso buscó, mediante el trap, una salida disruptiva. Se volvió rebelde, contestataria, anarquista.

Asegura que esa fue la única forma de crear una coraza que la protegiera. “Busco darle sentido a mi vida al salir de un círculo de violencia. Quiero proteger a mi niña interior que fue lastimada”.

Para ella, el satanismo es una herramienta de empoderamiento. Afirma que no es una religión ni una moda pasajera, sino un camino espiritual y de sanación. “Es poder elegir tu propio destino y pensar por ti misma. Conectarte con tu sombra y con tu luz. Significa amor propio”.

El mundo ‘underground’ de la capital se desarrolla en lugares clandestinos.Leonardo Velasco Palomeque

Ese sentimiento lo convierte en un ritual cotidiano, porque transforma el dolor en fuerza, la tristeza en invocación y la furia en protección. “Lo bendigo, lo sano, lo maldigo, según lo que necesite. Es magia para sobrevivir en un mundo caótico”.

Desde su perspectiva, esta creencia también se enlaza con el feminismo para construir un alter ego fuerte que protege a la niña que fue lastimada. “Creé esta imagen para cuidarla. Para que nadie más pueda hacerle daño. De ahí nace mi rebeldía, mi actitud punk”, explica. Y con esos elementos ha dado forma a su propuesta musical.

Música cruda y clandestina

Arzenyka y Rata con Tiñer llegan a un estudio de grabación situado en el segundo piso de una casa colonial del centro de Quito. Las recibe Big Mafufa, uno de los productores ‘underground’ más reconocidos de la escena capitalina.

Pone ‘play’ y el ambiente se transforma en un espacio psicodélico con luces rojas y humo de cigarrillo. La canción instrumental que se escucha tiene sintetizadores pesados, ‘leads’ agresivos y bajos distorsionados. Parece un club clandestino donde lo siniestro y lo glamuroso conviven sin complicaciones.

La joven comenta que sus momentos favoritos son los que pasa en el estudio de grabación.Leonardo Velasco Palomeque

Arzenyka sonríe. Le gusta lo que escucha y ‘escupe’ los primeros versos: “Encuéntrame en la tumba de tus p*tos muertos / me cago en todos ellos por lo que me has hecho...”.

Las composiciones de trap satánico de Arzenyka no buscan complacer a un público convencional. Frente al micrófono, su voz se vuelve filo que corta el ‘beat’. Es un trap oscuro, ritual, con letras que hablan de cicatrices, furia, lujuria y poder.

Big Mafufa asegura que con ella todo es real: “No canta para pegar, canta su mierda, su historia. Yo solo la acompaño con un sonido que sea tan fuerte como su actitud”.

Ideología controversial

El nombre Arzenyka no es casual. Lo eligió porque proviene del arsénico, un elemento natural que, en su forma inorgánica, es muy tóxico y puede causar lesiones. Ese concepto lo resignificó para representarlo en su arte: lo convirtió en veneno y remedio, como símbolo de resistencia femenina.

La modelo, de 20 años, fuma aproximadamente 10 tabacos diarios.Leonardo Velasco Palomeque

“En la antigüedad, las mujeres acudían a las brujas para conseguir este elemento y lo utilizaban contra amantes posesivos o esposos violentos”. Ella asegura haber vivido algo similar y lo transformó en un discurso que se resume en dos palabras: ‘zorra fiel’.

Según explica, señalar a una mujer con el nombre de dicho animal suele usarse para insultarla y denigrarla, acusándola de ser promiscua. Sin embargo, ella lo ve como un mamífero astuto, engañoso e inteligente. Al sumarle la palabra ‘fiel’, le da un toque de nobleza, designando a una persona leal a sus principios, argumenta Arzenyka.

Por eso, su proyecto se resume en música, estética y ritual: convierte las heridas en canciones, en modelaje y en arte que paga las cuentas. Un manifiesto underground que mezcla trap, feminismo, brujería y satanismo. “Quiero que la gente se incomode”.

Pensamiento crítico y libertad personal

El sociólogo e investigador Tomás Quevedo explica que en una ciudad como Quito, donde existen escenas y públicos definidos y limitados, la manifestación artística de Arzenyka puede interpretarse como una expresión contracultural.

La modelo es muy expresiva al momento de actuar.Leonardo Velasco Palomeque

Indica que en la dinámica del campo cultural de la cantante y modelo, el satanismo reivindica los valores o antivalores que la joven profesa. Y añade que nutrirse de esta simbología no significa practicar cultos o sacrificios, sino promover un pensamiento crítico de libertad personal.

“Esa estética está relacionada siempre con una búsqueda identitaria que permita diferenciarse de otras personas”, sostiene.

Quevedo explica que, en cuestión de ‘pegada’, los artistas no solo deben lidiar con el tipo de contenido que difunden, sino con la billetera de los fanáticos.

Según su análisis, no solo las expresiones ‘underground’ son poco rentables en Ecuador; incluso las bandas o artistas consagrados tienen problemas para vivir solo de la música.

La joven busca expandir su música a nivel internacional.Leonardo Velasco Palomeque

Para el investigador, esta realidad responde al tamaño del mercado alternativo, a la capacidad de consumo en medio de una profunda crisis económica y también a la diversidad de alternativas y ‘merch’ (mercadería) que los artistas ofrezcan a su público.

“Tiene que ver con la capacidad económica para comprar una entrada, un disco, una suscripción o camisetas. Y eso, en un público pequeño, a veces lo vuelve más complicado”.

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