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Guayaquil

Este fue el condominio de Sauces 9 donde ocurrió el trágico incidente.Montaje de EXTRA

El horror del caso Sauces 9 generó avalancha de consultas psiquiátricas en Guayaquil

Andreína L. presenta características de una personalidad psicopática, según expertos en criminología y psiquiatría

“Esto no fue un parricidio cometido en un trance o por voces en la cabeza. Fue algo premeditado”, dice la psiquiatra Julieta Sagnay. Su frase rompe de entrada con la explicación fácil de la locura como motivo, y abre una grieta más incómoda: la de una hija que, en plena conciencia, habría decidido matar a su madre.

(Lea también: La astucia de Andreína Lamota: la 'novela' con la que burló a policías y a su familia)

El caso de Andreína, de 32 años, señalada de asesinar y desmembrar a Martha Cecilia Solís Cruz en su vivienda de Sauces 9, en Guayaquil, es más que una historia policial; es el espejo de muchas familias que pueden llevar su ‘infierno’ en silencio.

El pasado 5 de octubre, cuando la Policía irrumpió en la casa, halló el cuerpo de la madre dividido en seis partes en la lavadora, en un área que “estaba completamente limpia”, según un investigador. Además, hallaron 22,7 gramos de cocaína.

Según su propia confesión, el móvil habría sido económico: su madre se negó a darle 6 ‘lucas’. Pero detrás de esa cifra podría haber una cadena de conflictos, frustraciones y resentimientos que, según expertos, no se forjan en una noche.

Expertos analizan el perfil psicológico de Andreína.Cortesia

Andreína y una aparente "personalidad psicopática"

El relato se vuelve más complejo con los antecedentes. En 2022, Andreína fue denunciada por un compañero de trabajo que la acusó de intentar envenenarlo con escopolamina. Ese mismo año desapareció su mejor amiga, Jennifer Banguera, vista por última vez en casa de ella.

Para la psiquiatra Sagnay, los patrones apuntan a “una personalidad psicopática”, un término que usa para describir un individuo con profunda maldad instrumental y carente de moral. “Andreína planificó todo. No hay despersonalización ni delirio; hay control, resentimiento y frialdad”, sostiene.

Los mensajes que aparecieron en un supuesto perfil de X refuerzan esa lectura. “Quiero que bailemos juntos en el cielo o en el infierno”, habría escrito Andreína días después de la fecha estimada del crimen. Para Sagnay, esos textos no serían los de alguien fuera de sí, sino los de quien necesita proyectar su poder sobre la muerte.

Factores personales que llevaron al caos

La criminóloga Daniela Valarezo explica que “la violencia extrema no surge de la nada. Es la manifestación final de un conflicto que nadie supo ver a tiempo”.

En este caso, dice, convergen factores personales y estructurales: impulsividad, deterioro del vínculo familiar, dependencia económica y aislamiento.

Cuando esos ‘ingredientes’ se mezclan, el hogar (el lugar que debería proteger) se convierte en el escenario del crimen. “Cuando el vínculo se transforma en conflicto permanente, la víctima deja de ser percibida como madre y pasa a ser un obstáculo”, analiza.

Andreína, de 32 años, habría utilizado cuchillos, machetes y una moladora para desmembrar a su madre, según las investigaciones.Cortesia

Experiencia en crímenes en Ecuador

El general Abraham Correa, experto en seguridad y exoficial de la Policía, aporta una mirada desde la experiencia. “En mi carrera he visto personas aparentemente tranquilas que un día explotan. No son locos, son gente que viene cargando conflictos desde años atrás”, expone.

Cree que los hechos de este tipo suelen detonarse por una acumulación de pequeñas fricciones, riñas cotidianas y frustraciones contenidas. “Siempre hay algo que rompe el límite, pero nunca es solo un momento. Es una historia que viene arrastrándose”.

Familias con miedo: hay más consultas

El crimen de Sauces 9 expone también una falla normativa. “Si un padre llama al 911 por un hijo violento, nadie atiende”, denuncia la psiquiatra Sagnay.

Ella sostiene que “las leyes no ayudan, las familias viven esta agonía puertas adentro”, pues desde su consultorio cuenta que tras conocerse el caso, aumentaron las consultas de madres con miedo. “Me dicen: ‘Doctora, mi hija es igual’. Es aterrador, pero se están dando cuenta de que conviven con personas que pueden ser peligrosas”. En total, un aproximado de un 30 % habrían subido las consultas para la especialista.

La criminóloga Valarezo coincide: la prevención no está en identificar “criminales en potencia”, sino en intervenir cuando hay señales de violencia doméstica y aislamiento.

“El Estado debería fortalecer las redes comunitarias, la mediación familiar y el acceso a salud mental”, propone. Porque, insiste, los homicidios dentro del hogar rara vez surgen del vacío: son el resultado de una convivencia fracturada que nadie supo contener.

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