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Guayaquil

"Querían distraer": trabajadores revelan detalles del ataque al Hospital Monte Sinaí
Tiroteo en el Hospital Monte Sinaí de Guayaquil dejó pánico entre pacientes y personal médico. Balas, fuga y caos en plena jornada de emergencias
Cuando cayó la noche del 20 de octubre sobre el Hospital Monte Sinaí, en el noroeste de Guayaquil, el ambiente aún estaba tenso. No era para menos. Los vidrios rotos, los casquillos en el suelo y la tensión en los rostros del personal daban testimonio de la violencia que había estremecido el lugar horas antes.
(Lea también: Balacera Hospital Monte Sinaí: mujer privada de libertad fugó antes de los disparos)
Entre quienes llegaban a su turno nocturno estaba un trabajador que había seguido el tiroteo por los mensajes desesperados de sus compañeros en un grupo de WhatsApp interno del hospital, pero al llegar la escena lo dejó mudo: uniformados, luces de patrullas y caras largas entre sus compañeros.
“Dispararon hacia el transformador, justo al lado de emergencias. Parecía que querían dejar sin luz el hospital para causar una distracción”, le contó a EXTRA el hombre, que prefirió el anonimato por temor a represalias.
Según él, los tiros no fueron al azar, sino parte de algo más planeado. Y las investigaciones policiales le dan algo de razón.
Testigos creen que fue una fuga planificada
Información policial obtenida la mañana del 21 de octubre alimentó las sospechas: ocurrió minutos después de que una mujer privada de libertad se fugó del hospital, donde recibía atención médica.

El agente penitenciario encargado de custodiarla, fue detenido. Los investigadores hallaron municiones de armas largas y cortas en la zona, con calibres 2.23, 5.56 y 9 milímetros. No obstante, el coronel Gino Pillajo, jefe del distrito Nueva Prosperina, no aclaró si la balacera fue causada para crear distracción.
“Querían crear el caos, y lo lograron”, resumió el trabajador. “Los pacientes corrían, los doctores se tiraban al suelo. Nadie sabía qué pasaba”.
Mientras las ráfagas resonaban afuera, los médicos activaron el Código Plata, el protocolo interno para hechos violentos. Solo pudieron retomar sus actividades horas después, cuando el peligro pasó y los militares aseguraron el perímetro.
Tarde de miedo en el Hospital Monte Sinaí
Eran cerca de las 15:45 del lunes 20 de octubre cuando, según testigos, dos hombres descendieron de un carro y dispararon contra la garita de emergencias. Los militares que custodiaban el acceso repelieron el ataque, mientras los civiles se protegían como podían.
🚨BALACERA EN HOSPITAL MONTE SINAÍ
— Guayaqlick (@guayaqlick) October 20, 2025
La Policía reportó una balacera en los exteriores del Hospital Monte Sinaí, noroeste de Guayaquil la tarde de este lunes. Las instalaciones de la casa de salud resultaron afectadas.
Hubo varios impactos de bala en los ventanales del hospital,… pic.twitter.com/PB1O0bPGQW
En los videos que circularon enseguida en redes sociales se escuchaba a alguien gritar: “Unos ‘manes’ de afuera dispararon aquí con fusiles grandes. Esto se puso bravo”. Dentro el caos fue total: algunos pacientes se escondían debajo de las sillas, mientras que otros corrían aterrados.
El tiroteo dejó una persona herida en la pierna derecha, quien fue atendida de inmediato. Pero más que el daño físico, quedó el trauma. “Hasta los pacientes lloraban, nadie sabía si se podía salir. A las cinco (de la tarde) recién dejaron ir a los compañeros”, recordó el empleado.
Reclaman escasez de presencia policial en el Hospital Monte Sinaí
La mañana del martes 21, el hospital amaneció bajo vigilancia. Militares y policías controlaban el ingreso de peatones y vehículos, mientras las patrullas daban vueltas alrededor del complejo médico.

Aun así, la calma parecía fingida. Los vendedores informales que trabajan en la zona apenas querían hablar. “Mejor no decir nada, uno no sabe quién escucha”, murmuró una comerciante que ofrecía botellas de agua cerca del portón principal.
El ‘camellador’ consultado por este Diario dijo que la presencia de uniformados tras este tipo de incidentes dura poco. Para la tarde de ayer había muy pocos ya, aseveró. “Están un rato y se van, aquí no hay resguardo permanente”, se quejó. La fe, dijo, es lo único que le queda. “Si no nos mató el covid, ahora nos matan las balas”.
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