Editorial: La justicia le ha fallado al país
El cuento de que no se puede luchar contra los narcocriminales porque “los jueces los liberan” ya no se lo traga nadie en Ecuador
La justicia ya no aguanta más. Necesita un baño de verdad, un sacudón profundo y un cambio rotundo si en realidad se quiere devolver algo de seguridad a los ecuatorianos. El cuento de que no se puede luchar contra los narcocriminales porque “los jueces los liberan” ya no se lo traga nadie. Esa excusa se desgastó y hoy suena más a coartada que a explicación.
Lo que está en juego no es un cargo ni un nombre propio, sino la confianza de un país que ve cómo el sistema judicial se cae a pedazos mientras la violencia avanza. Cuando la cabeza de la Judicatura está rodeada de cuestionamientos, el daño no es solo personal: salpica a toda la institución. Aferrarse al puesto y refugiarse en la narrativa de la persecución política no despeja dudas, sino que las multiplica.
En el servicio público hay una regla básica que muchos parecen haber olvidado: el cargo no es un botín ni un blindaje. Cuando una acusación es lo suficientemente grave como para poner en entredicho a la institución que se dirige, lo responsable es irse por ‘la sombrita’. Y si se abre la puerta a un relevo, la Corte de Justicia no puede volver a ‘pasarse de sabida’. Ecuador ya no está para cuentos, necesita decisiones, limpieza y una justicia que vuelva a estar del lado de la gente.