La silla de ruedas avanzaba con prisa entre el vaivén de gente en la Universidad Agraria. Su ocupante, una mujer indecisa para votar, escuchaba a su asistente que vociferaba: “Todo sí, para que el país se ponga mejor”. Aquella escena resumía el ambiente del día: dudas, rumores y el ‘chisme político’ que flotaba en los recintos electorales de Guayaquil este domingo.

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En la entrada principal de la Agraria, las personas entraban y salían ‘por las mismas’. El hombre que empujaba la silla caminaba alegre, casi animado por la jornada. “Con el Sí, a los narcos los botarán, porque vendrán los gringos”, decía, como si pusiera sobre la mesa una verdad absoluta.

La joven, con una mezcla de pena y confusión, intentaba corregirlo: “No, oye, (vota) todo No”. Pero apenas unos segundos después, tras una pausa, manifestó: “¿En serio? ¿Pero qué decían las preguntas?”. Antes de que pudiera obtener una explicación más larga, una coordinadora del CNE la interrumpió y señaló un curso cercano: “Su junta está justo ahí”.

A pocos kilómetros de allí, en la Universidad Politécnica Salesiana, el ruido político seguía apareciendo en fragmentos, casi siempre en voz baja. En los pasillos que llevaban a las aulas de votación, un hombre de canas veía su celular con atención, deslizando el dedo entre redes sociales.

A su lado, una joven lo acompañaba mientras esperaban a un familiar. Sin despegar los ojos de la pantalla, el hombre suspiró. “Gane el Sí o gane el No, igual tengo que ir a buscar la plata para alimentar a mi familia”, expresó. No dijo más. La joven solo asintió. El silencio cerró la escena.

En los exteriores de aquella institución, un hombre cojeaba apoyado en una mujer que lo ayudaba a caminar. “¡Todo por el No y que vuelva (Rafael) Correa!”, gritaba. Fue rápido y directo. El proselitismo improvisado sorprendía a quienes emplastificaban certificados de votación y a otros votantes que lo miraron alejarse a paso lento.

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Con pocos votantes presentes, los miembros de una Junta Receptora del Voto conversaban en la pequeña cancha del plantel, ahora convertida en recinto electoral, aprovechando el respiro.

Uno de ellos, mirando hacia el suelo gris, expresó: “Si se aprueba la Constituyente, espero que el Ecuador mejore”. Los demás lo escucharon y aunque sus miradas parecieron coincidir, prefirieron guardar silencio.

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