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Decenas de familias escogieron esta playa de Esmeraldas para pasar las vacaciones escolares.Luis Cheme

Descubre Súa, Atacames: Refugio de paz en el Pacífico ecuatoriano

En familia o con amigos puede disfrutar de playa, aventura y de una leyenda que es parte de la historia del lugar

El sol cae despacio en el horizonte, mientras el oleaje suave de la playa de Súa apenas roza la arena. A seis kilómetros al sur de Atacames, provincia de Esmeraldas, este rincón costero se guarda como un tesoro para quienes buscan más que sol y mar: buscan historia, leyenda y una convivencia sincera entre la naturaleza y su gente.

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En estas semanas de vacaciones escolares, cientos de familias de la Sierra llegan en busca de ese calidez en el Pacífico, tras un largo viaje por carretera, escapando del frío andino.

Andrea Naranjo, de Quito, observa cómo sus dos hijas juegan sin miedo en la orilla. “Aquí no hay corrientes peligrosas, el agua es tranquila. Es como una piscina natural. Por eso volvemos cada año”, dice mientras acomoda una sombrilla.

La playa que se extiende generosa, bordeada por cocoteros altos y matorrales secos recuerdan que Súa no solo es mar, sino también bosque.

La penosa historia alrededor de un peñón

Desde cualquier punto de la playa se observa un peñón que se alza sobre el mar como un centinela de roca. Es el famoso Peñón del Suicida, escenario de una leyenda que trasciende. Según los locales, allí se quitó la vida la princesa Súa, al creer muerto al capitán De León, su amor prohibido. Él, al enterarse, también se lanzó. “En las noches de luna llena, si uno se queda en silencio, escucha un lamento que viene desde el mar”, murmura don Hilario, pescador que ha vivido sus 63 años frente a estas aguas.

Unas parejas suben hasta el peñón buscando “bendecir” su amor. Algunos, como el quiteño Diego Lema, lo hacen por tradición: “Mi papá me trajo aquí con mi mamá cuando yo era niño, y ahora vengo con mi esposa”.

Como tranquil, calificaron unos turistas a este balneario de la Costa ecuatoriana.Luis Cheme

Fauna entre los manglares

A 15 minutos en lancha se encuentra la Isla de las Aves, un refugio de biodiversidad que impacta desde el primer vistazo. Piqueros de patas azules caminan sobre las rocas como si desfilaran para los turistas, fragatas gigantes sobrevuelan los botes y pelícanos se lanzan en picada tras la pesca del día.

Los manglares cercanos también vibran de vida: cangrejos rojizos que excavan túneles, iguanas verdes entre ramas, aves que anidan en los rincones húmedos.

La gastronomía en Súa no es solo buena, es identitaria. Desde los pequeños locales junto a la playa hasta los restaurantes familiares, el menú es un canto al Pacífico. El ceviche de concha negra, los camarones al ajillo, el encocado de pescado y el arroz marinero sirven para anclar al visitante al lugar desde el estómago.

¿Qué puede hacer en Súa?

Además del mar, la arena y la fauna, hay opciones para los más aventureros. Excursiones a la Cueva del Amor, senderismo por los cerros cercanos y, entre julio y septiembre, el asombroso espectáculo del avistamiento de ballenas jorobadas. Desde este puerto pesquero parten lanchas que se adentran en el océano para buscar a los gigantes del mar, una experiencia inolvidable para grandes y chicos.

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