El suave sonido de una guitarra rompe el silencio en la iglesia matriz de la parroquia Manglaralto, en la provincia de Santa Elena. Robert Barzola, con mirada serena y voz cargada de fe, entona un cántico en honor a San Ignacio de Loyola, el recordado religioso que fundó la Compañía de Jesús.

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Frente al altar, la melodía se convierte en plegaria: “En Jesús, Ignacio de Loyola descubriste a tu Señor y le diste compañeros fieles del amor”, dice la letra. Con cada acorde, el artista refleja su gratitud por la salud y la protección que, asegura, el santo le concede día a día.

“Mi devoción viene desde mis abuelos”, sostiene Barzola. “Ellos también veneraban a San Ignacio; traían papeles de colores para arrojarlos en la procesión como señal de agradecimiento por la curación de sus dolencias”, recuerda.

Esa tradición, transmitida por generaciones, sigue viva en esta parroquia rural, ubicada al norte de Santa Elena. Aquí la fe se entrelaza con la cultura comunitaria del pueblo, que desde 1861 rinde homenaje al santo, patrono de los ejercicios espirituales.

Tomasa Alejandro, otra devota, reza un rosario al pie de la imagen del religioso español que nació en 1491. Su voz tiembla de emoción. “Después de recibir un milagro que mejoró mi salud, consagré mi vida al catolicismo. Con fe en San Ignacio todo será sanación, como él lo enseñó”, afirma mientras reza las cuentas de su rosario.

La parroquia eclesiástica de Manglaralto está integrada por las comunas Sitio Nuevo, Libertador Bolívar, San Antonio, Cadeate, Dos Mangas, Pajiza y la cabecera parroquial. Cada 31 de julio, creyentes de estas localidades se congregan para honrar al santo que, desde 1861, es el pilar espiritual del lugar.

Grupos representaron fases de la vida del santo

Este año, en la festividad se incluyó dramatizaciones sobre la vida de Ignacio de Loyola, interpretadas por los propios comuneros. Cada grupo representó pasajes significativos del camino del santo hacia la santidad. La comuna Cadeate fue la ganadora del concurso teatral al exponer su peregrinaje como sacerdote.

“Que estas reflexiones sirvan para mantenernos firmes en nuestra fe. El amor de San Ignacio a Dios sea la guía para nosotros”, dijo el párroco Pedro García durante la homilía.

Un recorrido de fe por las comunas

Al caer la noche, la imagen de San Ignacio fue llevada por las calles en un vehículo adornado con flores, globos y cintas. Una banda de pueblo marca el ritmo festivo mientras los fieles rezaban y entonaban alabanzas.

En un trayecto iluminado por velas y linternas se llevó a la efigie hacia cada comunidad de la parroquia. El recorrido culminó con una misa campal, donde cientos de devotos agradecieron los favores concedidos y renovaron su promesa de fe.

“La fiesta patronal no es solo una expresión religiosa: es identidad, tradición y esperanza. Manglaralto encuentra en San Ignacio de Loyola el hilo invisible que une pasado, presente y futuro, reafirmando que la fe no se hereda, se vive y se celebra”, manifestó Paola Freire, del comité cívico de Manglaralto.

Niños vestidos como el religioso

Uno de los momentos más conmovedores de la celebración en la comunidad peninsular fue la consagración infantil. Niños vestidos como el sacerdote se ubicaron en el altar principal. Con túnicas blancas y sotanas negras, simbolizaron la continuidad de la devoción.

“Es hermoso ver a los pequeños luciendo el traje de San Ignacio. Ellos mantendrán viva la creencia y el legado de nuestro patrono”, comentó emocionada la devota Jacinta Soriano.

Festejo en el cerro de Mapasingue Este

En Guayaquil, en la parroquia San Ignacio de Loyola, ubicada en el cerro de Mapasingue Este, también celebraron a su patrono, con su acostumbrada novena y diversas actividades.

El domingo 3 de agosto festejaron con fe y diversión, los asistentes disfrutaron de un bingo, juegos, tómbola, sorpresas, platos típicos y también con la participación de varios artistas. 

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