En el silencio de la noche, un mal presentimiento invadió a Martha del Carmen Ruiz Loor, conocida en Anconcito como La Viejita. Ella no pudo conciliar el sueño el lunes 2 de junio de 2025. Su hijo, José Reynaldo, de 26 años, había salido de casa. “Ya regreso, madre”, le dijo, pero él no volvió. Una angustia le oprimió el pecho.

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En las primeras horas de la mañana siguiente, una escena estremecedora sacudió a la provincia de Santa Elena. En el puente de Punta Carnero colgaba un cuerpo baleado, expuesto con brutalidad. Era José, quien tenía un 52 % de discapacidad intelectual.

“Le pedí que no saliera, que se quedara, porque ya era tarde. Sentí algo raro, algo malo”, recuerda su madre entre sollozos. Su testimonio no solo conmueve; también revela el drama de muchas familias en zonas costeras olvidadas, donde el crimen organizado recluta, utiliza y luego descarta a los más vulnerables.

Quienes conocieron en vida a José contaron a EXTRA que si bien en apariencia era una persona normal, en ocasiones tenía comportamientos erráticos e incluso violentos, cuando sufría una de sus crisis.

La angustia se transformó en dolor para la madre, cuando conoció el fatal desenlace de su vástago. Ella ignora los motivos de este asesinato y además no cuenta con recursos para el respectivo sepelio.

Otro hijo también fue asesinado

Por temor a nuevos actos de violencia, la familia de José decidió no realizar el velatorio ni el sepelio en Anconcito. El lugar exacto de las exequias se mantiene en reserva. Solo se conoció que la Alcaldía de Salinas y el Gobierno Parroquial donaron el féretro y una bóveda, en un gesto de apoyo silencioso ante la tragedia.

Este es el segundo hijo que Martha Ruiz pierde de manera violenta. El año pasado, otro de sus vástagos fue asesinado por desconocidos que irrumpieron en su casa, en el barrio Balcón Encantado, y se lo llevaron. Días después, fue hallado sin vida.Cuerpo colgado, un mensaje

Forma del ataque es un mensaje

La forma en que dejaron el cadáver del joven en el puente no solo constituye un asesinato atroz, sino un mensaje. Así lo considera el analista de seguridad Carlos Orbe, quien sostiene que el crimen tiene todas las características de una ejecución narco, al estilo mexicano o colombiano, con fines de intimidación.

“Colgar un cuerpo en un puente es una práctica importada de carteles mexicanos y colombianos. Es un acto simbólico de poder, de advertencia. Lo más preocupante es que nunca habíamos visto algo así en Santa Elena. Eso indica que mafias internacionales ya están operando aquí, con gente local”, advierte.

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