Apenas se cruza la puerta de madera del Monasterio de las Carmelitas Descalzas en Riobamba (Chimborazo), el bullicio de la ciudad se apaga como por arte de fe. Adentro, todo invita al recogimiento, a la oración y ahí se guarda una de las tradiciones religiosas más difundidas.

La Madre Soledad de Cristo, con 25 años de vida consagrada, diez de ellos en esta casa religiosa, con voz pausada explica los preparativos para una de las fiestas más queridas por los fieles, la de la Virgen del Carmen.

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En esta institución fundada el 31 de mayo de 1939, conformado por la iglesia y el convento donde viven las hermanas, con profunda dedicación a la oración, reina el espíritu del Carmelo.

En este espacio cuyo acceso es restringido y solo en ocasiones muy excepcionales se permite recorrer ese mundo de contemplación de las hermanas, la Madre Soledad compartió sobre sus actividades, las tradiciones y de cómo viven la devoción a esta advocación mariana.

La religiosa cuenta que esta historia de esta fe tuvo su origen en el Monte Carmelo, en Tierra Santa, donde el profeta Elías vio una silueta entre las nubes: la prefiguración de María, la madre del Salvador, hecho que junto a otros se recuerdan en cada festividad.

Religiosas elaboran escapularios

La religiosa también cuenta cómo el escapulario del Carmen se convirtió en un símbolo de profunda devoción mariana y en el monasterio las hermanas elaboran, a mano, estas insignias que entregan a los devotos que se consagran o renuevan este voto. 

Es una prenda bendita que representa consagración, fe y promesa de protección. “Es más que una tela”, explica la madre, llevarlo “es una señal de entrega a la Virgen María y del deseo de caminar bajo su amparo. Desde el siglo XV, casi todos los Papas lo han usado”, refiere la Madre.

Rezos en días de la novena

En la iglesia, ubicada entre las calles Esmeraldas y Rocafuerte, en el altar principal, conservan la imagen de la Virgen del Carmen, traída desde España, la cual es el centro de oraciones, especialmente en estos días de novena. Con su vestido dorado, el Niño Jesús en brazos y el escapulario en su mano, es una de las efigies más admiradas por los creyentes.

La celebración de la Virgen del Carmen es mucho más que una fecha en el calendario litúrgico, es un encuentro de fe del pueblo, un llamado a volver al amor de Dios y a la intercesión maternal de María.

Desde el 7 julio, los feligreses participan de la novena, y de las misas diarias. Los oficios de las 18:00 son presididas por el obispo emérito carmelita, monseñor Aníbal Nieto.

El 16 de julio, día de la festividad, a las 16:00, será el acto consagración a la Virgen con imposición del escapulario. Después, la misa solemne de clausura.

“La Virgen del Carmen es intercesora ante Dios y nos enseña a vivir en oración, en sencillez, en humildad… y a caminar siempre en la verdad”, dice la Madre Soledad.

Tradición marinera que une a pescadores

Cada año, la fe católica y la tradición marinera se entrelazan en las comunas de Palmar, Valdivia y la ciudad de La Libertad, en la provincia de Santa Elena, donde cientos de devotos se congregan a celebrar a la Virgen del Carmen, la patrona de los pescadores. Esta festividad tiene más de un siglo de antigüedad en estos sectores costeros.

Como cada 14 de julio, ayer, al pie de la playa en Palmar participaron de la misa campal. Con ofrendas y flores agradecieron a la Virgen por los favores recibidos y pedir su protección para las faenas en el mar.

Tras la ceremonia religiosa hubo un emotivo recorrido por las aguas del perfil costero peninsular. Durante el trayecto, los pescadores lanzaron sus redes al mar y elevaron plegarias para que no falten los productos del mar en sus hogares y que el trabajo sea próspero y seguro.

En Valdivia y La Libertad también celebran a la Virgen con novenas, procesiones y actos artísticos. Muchos pescadores aseguran que nunca salen a faenar sin encomendarse a ella.

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