En la sesión solemne del 6 de diciembre, el alcalde Pabel Muñoz dedicó buena parte de su discurso a denunciar trabas del Gobierno Nacional que —según dijo— han afectado el manejo municipal.

Recordó que el Ejecutivo llegó a deber USD 187 millones a Quito y que parte del pago se hizo con bonos, lo que deja al Municipio con menos margen para invertir de inmediato.

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Sobre la extensión del Metro afirmó que “hace un año ofrecieron trabajar en la ampliación y ni siquiera nos han permitido sentarnos con la banca multilateral”.

También mencionó el retiro de la tasa de basura de la planilla eléctrica pese al convenio vigente y la demora en liberar 14 trolebuses eléctricos en Aduana. A esto sumó casi dos años sin obtener autorización para comprar armas no letales para la Policía Metropolitana.

Según Muñoz, la acumulación de estas decisiones “frena a la ciudad” y limita la autonomía del Municipio.

Procesos detenidos y tensiones políticas

Otro de los señalamientos del alcalde apuntó al Sercop. Afirmó que hay decenas de procesos —de Quito y de otros municipios— “detenidos sin explicación”, desde estudios hasta actividades culturales y campañas educomunicacionales.

También recordó la sanción cercana a USD 10.000 por supuesta infracción electoral y la denuncia de descrédito presentada por el impulsor de la revocatoria, que luego desistió.  “El CNE devolvió 4.800 firmas a ciudadanos burlados y engañados”, dijo.

En la calle no hay aplausos: ciudadanos cuestionan su gestión

Mientras el alcalde apuntaba hacia el Gobierno central, los ciudadanos consultados por EXTRA pintaron otra lectura del momento que vive Quito.

La percepción general es de inconformidad con el clima político y con las decisiones que ven desde la administración municipal.

Alejandro Fernández cree que la disputa entre alcalde y presidente ha terminado perjudicando a la ciudad. “Defienden a su partido y los platos rotos los paga la ciudad”.

Y aunque reconoce que existe un conflicto entre niveles de gobierno, también cuestiona el momento en que se ejecutan y difunden las obras. “Es evidente que Pabel Muñoz quiere la reelección. Está haciendo cosas por todo lado con sobreprecio”.

Fernández también criticó la presencia de propaganda municipal en eventos recientes. “Ayer nomás, en el festival del pasacalle, hubo una propaganda grandota diciendo que él hizo el Metro y otras obras”.

También cuestiona la manera en que la administración municipal comunica sus obras y el ambiente electoral que se percibe. “Justo cuando se acercan las elecciones se hacen los alhajas y dicen que todo está bonito”.

Otros vecinos comparten el malestar

Carlos Ulloa y Eugenia Vaca tienen una percepción parecida. Para ellos, el choque político entre el Municipio y el Gobierno se siente ya en los barrios. "Ambos se tiran la pelotita. Lo cierto es que ninguno ha cumplido con la ciudad. Estamos a la deriva”.

Para esta pareja, lo que ocurre es una combinación de conflicto político y manejo interno que no ha convencido a los ciudadanos. "Yo soy partidario de Pabel Muñoz, pero sí me ha quedado debiendo", agrega Carlos.

Una ciudad atravesada por tensiones

En medio de reclamos cruzados, Quito vive una disputa administrativa: el Municipio señala al Gobierno central por frenar proyectos, mientras ciudadanos reclaman decisiones internas, prioridades y un ambiente de campaña que comienza a sentirse.

Lo único claro, por ahora, es que el descontento ciudadano convive con un discurso oficial que responsabiliza a otros actores, dejando a Quito en una disputa donde nadie parece conforme.

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