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Quito

En el paro de octubre de 2025, el parque ha estado vigilado por militares y policías.Franklin Jácome

Parque El Arbolito: símbolo de resistencia que hoy está cercado

Por más de tres décadas, ha sido escenario de levantamientos indígenas marchas y paros nacionales. Hoy es un espacio habitado por la fuerza pública

Por lo menos 20 policías resguardan las inmediaciones del Parque El Arbolito, ubicado en la avenida Seis de Diciembre y Tarqui, en el centro norte de Quito. Esa presencia no es nueva: desde hace más de 30 años este espacio ha sido uno de los principales símbolos de las protestas sociales en la capital.

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Desde el 22 de septiembre de 2025, cuando las inconformidades sociales escalaron con la eliminación del subsidio al diésel, se registraron intentos de llegar nuevamente a este lugar. 

Pero esta vez, la dinámica no fue igual a la de años anteriores: grupos indígenas no lograron ingresar a Quito y, cuando las organizaciones locales quisieron acercarse, el Gobierno ya había ocupado el espacio con carpas y música a todo volumen.

El Arbolito volvió a estar en el centro del conflicto, pero no como escenario de concentración popular, sino como territorio cercado y disputado.

En el paro de 2022 los manifestantes se atrincheraron para enfrentarse a la fuerza pública.archivo EXTRA

Desde la colonia

La historia de este lugar comenzó mucho antes de que se convirtiera en punto de encuentro de movimientos sociales. En la época colonial, aquí existía una explanada ganadera, un espacio de paso sin mayor significado político. 

Más tarde se transformó en un Campo de Marte y, después, en el Estadio del Arbolito, donde se jugaron clásicos de fútbol entre Liga, Aucas y Deportivo Quito.

“En una de las tribunas había un árbol, y de ahí quedó el nombre”, relata Alejandro López, cronista de Quito. Con la construcción del Estadio Olímpico Atahualpa, el estadio fue demolido y el terreno se convirtió en parque público. Así comenzó a tejerse, sin que nadie lo supiera, la historia de uno de los espacios más simbólicos de la urbe.

1992: El levantamiento indígena

El Arbolito entró en la historia política nacional en 1992, cuando miles de comuneros indígenas llegaron a Quito durante el levantamiento que marcó un antes y un después en la relación entre el Estado y los movimientos sociales.

“Se habilitó este espacio para evitar que acamparan en la Plaza Grande, como ocurrió en 1990”, recuerda López. “Aquí se instalaron cocinas, puestos médicos y zonas de descanso. Desde entonces, el parque quedó marcado como punto de encuentro de la protesta”, agrega.

Grupos indígenas han acampado en el parque durante varias jornadas de movilizaciones.archivo EXTRA

Desde ese momento, toda gran movilización en Quito ha pasado por el Arbolito: levantamientos indígenas, marchas feministas, protestas obreras, paros nacionales y concentraciones estudiantiles.

“Aquí he zapateado y he llorado”

Para la artista escénica Adriana Oña, el Arbolito es casi una extensión de su historia personal. Lo ha visto en fiestas y en marchas, en días de júbilo y en jornadas de gas lacrimógeno.

“Desde que empecé en el arte, entendí que no era algo decorativo. El arte sirve para activar conciencia. Por eso este parque ha sido parte de mi vida”, dice.

En este lugar ha participado en plantones, asambleas y celebraciones del Inti Raymi, donde mestizos e indígenas se han reunido a celebrar su raíz quichua. “He zapateado aquí, he cantado y he llorado. Aquí nos hemos encontrado como pueblo”, relata.

“Toma León, tu domingo 7”: cuando la resistencia fue fiesta

Su primer gran recuerdo de este parque mezcla política, humor y creatividad popular. Fue en agosto de 1988, cuando artistas y colectivos organizaron una despedida satírica al entonces presidente León Febres-Cordero.

“La llamamos Toma León, tu domingo 7. Esperábamos 20 organizaciones, llegaron más de 120”, recuerda Oña.

La Coordinadora de Artistas Populares llenó el parque con comparsas, performances, brujas cocinando cabezas de ministros hechas de cartón, ataúdes simbólicos y música. Ella llegó caracterizada como la Chuchumeca, un personaje satírico que representaba a las élites, y caminaba diciendo: “¡Qué horror este pueblo, cómo son desagradecidos con mi leoncito!”.

“Un grupo de mujeres no entendió la broma y me persiguió. Entonces el general Frank Vargas Pazzos me levantó en brazos y me subió a una tarima para protegerme”, cuenta entre risas.

El 5 de octubre, el Gobierno Nacional se tomó este espacio como parte de una contramarcha.archivo EXTRA

Ese día, la rabia colectiva se expresó con creatividad, ironía y fiesta. Y el Arbolito fue el escenario.

Un espacio en disputa

Su fuerza simbólica lo ha vuelto también un espacio en disputa. “El poder político ha utilizado la estrategia de cercar los lugares tradicionales de protesta”, explica López. Lo hicieron con la Plaza Grande en los 90 y lo han hecho en el Arbolito durante los últimos años.

Adriana lo sintió en carne propia: “La última vez que vine a una marcha, todo estaba cercado. Había militares y policías. Fue intimidante. Es como si quisieran cercar también nuestra memoria”.

El cerco al parque no solo busca impedir la concentración física: busca desactivar su poder simbólico como punto de encuentro.

Todo cambia

El Arbolito ha tenido muchas caras. Hubo épocas en que atravesarlo era riesgoso. “Fue una época dura, no podías estar por aquí sin ser asaltado; pero hoy verlo verde y cuidado me alegra”, relata Oña.

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Su ubicación —entre el parque El Ejido y la Casa de la Cultura Ecuatoriana— lo convierte en un nodo urbano privilegiado y en una pieza central de la memoria política y cultural de la ciudad.

Por allí han pasado cocinas comunitarias, carpas improvisadas, discursos, rituales y gases lacrimógenos. Aquí se han escuchado tambores, quenas, megáfonos, rezos y canciones.

En los paros de 2019 y 2022 tuvo gran protagonismo. Centenares de indígenas se apostaron por varios días en ese espacio. También hubo cruentos enfrentamientos con las fuerzas policiales y militares. Era un campo de guerra que al final quedó destruido.

Durante las protestas de 2022, el parque también quedó contaminado con basura.archivo EXTRA

A pocos metros funciona la Contraloría General del Estado, edificio que fue incendiado en medio de los enfrentamientos.

“Estos espacios no son estáticos. Cambian con la ciudad y con sus luchas, pero quedan en la memoria colectiva”, dice López.

“El Arbolito no está solo en la geografía, está en nuestra historia, en nuestros cuerpos, en nuestras batallas”, rememora Adriana.

Un símbolo que no desaparece

El Parque El Arbolito ha sido testigo de alegrías y violencias, gobiernos y caídas, silencios y gritos. Hoy vuelve a estar custodiado por policías.

Para Oña, aunque cambie la coyuntura, su peso simbólico no se borra con cercos ni altavoces. Es un archivo vivo de la memoria popular de Quito.

“Las luchas no solo son en espacios físicos. Creo que la gente traspasará el miedo a la militarización y pronto volverá a tomar este espacio, que es un símbolo de lucha”, finaliza.

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