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Clima, costo de vida y más: los motivos por los que estadounidenses prefieren Ecuador
Más de ocho mil estadounidenses solicitaron visa de residencia: 5.870 lo hicieron en 2013 y 2.034 en 2023, según Ministerio de Relaciones Exteriores
Una invitación a la pista de baile cambió por completo los planes turísticos del estadounidense Corey Rathgeber en Sudamérica. “Ella me sacó a bailar y mi mente estaba como loca, eso nunca me pasa. Me preguntó si quería conocer Engabao, cancelé mi viaje a Colombia y me quedé acá”, recuerda el ‘gringo’, quien hoy administra el hotel Engabao Beach Club, ubicado en el pueblo natal de su esposa, la surfista ecuatoriana Evelin Villegas.
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Su historia de amor comenzó precisamente en un balneario: Montañita, provincia de Santa Elena, y tuvo como punto de partida aquel primer baile, en abril de 2014.
Ahora, sus planes no están en recorrer países, sino en ampliar su oferta hotelera en Engabao, comuna del cantón Playas (Guayas). “Aquí hay diez hoteles y creemos que va a seguir creciendo. Me gusta porque es tranquilo, tiene surf todo el año y el agua nunca está fría”, señala. Corey encontró su propio ‘sueño ecuatoriano’ y decidió quedarse.
Él y Evelin protagonizaron cinco temporadas del reality ‘90 días de compromiso’, emitido por la cadena TLC entre 2018 y 2022, que muestra relaciones entre parejas de distintos países.
Teddy Seaman vive su retiro en Manglaralto
Como Corey, otros estadounidenses han hecho de Ecuador su hogar. Teddy Seaman, por ejemplo, vive su jubilación en Manglaralto (Santa Elena), donde creó el vivero Casa de las Flores, rodeado de cascadas y vegetación. Acompañado por su perro labrador, encontró en esta tierra una energía especial y el deseo de dedicarse a injertar flores nativas a mano.

Teddy, quien tuvo una vida como profesor y músico de blues en Nueva Orleans, llegó a Ecuador hace 15 años y recorrió la costa en bus, bajándose en cada pueblo que le llamaba la atención. “Me crié en Europa y Asia, pero siempre me atrajo Sudamérica”, recuerda desde su mecedora de madera, rodeado por flores rosadas, anaranjadas y blancas que se desbordan de sus injertos.
Hoy vive en una casa rodante y vende flores en su local ‘Ocaso’, construido con caña y cemento. Allí también formó su primera banda de blues, con la que compuso la canción ‘Lovers’. Cada sábado el bar se llena de expatriados estadounidenses que llegan en shorts y pañuelos playeros a escuchar a Teddy tocar la armónica mientras cae el atardecer. Su perro Noble es tan conocido que, cuando se pierde por el pueblo, los taxistas lo devuelven a casa.
Los datos del Ministerio de Turismo
Según el Ministerio de Turismo, en lo que va de 2025, los estadounidenses representan el 35 % del total de visitantes. En total, se han registrado más de 153.000 ingresos y 139.000 salidas del país. Un total de 8.174 ciudadanos estadounidenses solicitaron una visa de residencia en Ecuador; 5.870 personas lo hicieron en 2013 y 2.034 en 2023, según el Ministerio de Relaciones Exteriores.
Para Jonathan Borbor, gestor cultural y exvicepresidente de la comuna Olón, la migración estadounidense ha sido una oportunidad para aprender de otras personas, especialmente en el área del cuidado medioambiental: “Sí hay quejas de los extranjeros por los decibeles del sonido en la música que se escucha en ciertas partes de la comuna, las fiestas o el uso de juegos pirotécnicos, pero hay que recordar que está científicamente comprobado que el ruido sí afecta a los animales silvestres y domésticos”, considera el comunero.
También hay espacios para el activismo medioambiental
En Olón, a 20 minutos de Manglaralto, otro estadounidense, Chris Brokate, lidera el grupo ambientalista ‘Yo amo mi Playa’, que organiza limpiezas en varias playas de Santa Elena. Exactivista medioambiental en California y vendedor de bienes raíces, Chris llegó en 2018 a visitar a su hermano y decidió quedarse en 2022.
Junto a más de 2.800 voluntarios, ha retirado 1.122 kilos de basura y rescatado 317 kilos de material reciclable en playas entre Puerto López (Manabí) y Palmar (Santa Elena). “Olón es como un pequeño Amazonas, con playas y bosques hermosos”, dice Chris, quien ya ha organizado 24 limpiezas solo en este año.
El auge inmobiliario no le pasa desapercibido: asegura que el metro cuadrado en terrenos sin servicios básicos cerca de la carretera cuesta entre 50 y 60 dólares. Aunque advierte que en 2024 fue un mal año para el alquiler vacacional, debido a los cortes eléctricos que ahuyentaron a los nómadas digitales, especialmente estadounidenses de la costa este, quienes suelen arrendar propiedades por largas temporadas.

Los bajos costos de vida y el clima motivan la migración de extranjeros canadienses y estadounidenses jubilados a Ecuador, explica la antropóloga Marie-Therese Lager y PhD, quien ha realizado investigaciones sobre la propiedad de la tierra, el turismo y el ingreso de cerca de 400 residentes estadounidenses y canadienses en las playas de Olón y Manglaralto, en su mayoría jubilados, desde 2012 hasta 2024.
“En los foros de intercambio, los extranjeros se preguntan cuánto cuesta vivir con $1.500, $2.000 o $3.000 al mes, y los estándares, con el presupuesto que ellos tienen disponible, en Ecuador son mucho más altos en comparación con los Estados Unidos”, explica Lager.
La pandemia los motivó a crear nuevas formas de ingresos
En Olón también viven los hermanos Matt y Catherine Collins, quienes administran un banco de alimentos que beneficia a 144 personas de la comuna. “Empezamos en 2018. Por la pandemia, mucha gente quedó desempleada y necesitaba ayuda. Aquí hay una comunidad extranjera que también protege a los animales y apoya a los dirigentes locales en la gestión del banco”, explica Catherine.
La agente inmobiliaria Kimberly Kagan, por su parte, se estableció en Ecuador en 2009, atraída por el clima de la península y el bajo costo de las propiedades frente a Estados Unidos.
Lager explica que la migración estadounidense a Ecuador tuvo su época de oro entre 2010 y 2014: “En esos años se construyen en Olón grandes urbanizaciones y aumentó el precio del suelo porque empezaron a llegar residentes y jubilados extranjeros. Esto coincide con la burbuja inmobiliaria de 2008 en Estados Unidos y la necesidad de comprar tierra relativamente barata. El precio del suelo llegó a estar en $200 o $300 en terrenos frente al mar. Se generaron trabajos, pero informales, en las áreas de construcción, limpieza y cuidado de niños”, señala.
La venta de terrenos comunales a extranjeros, prohibida por la ley ecuatoriana, también preocupa a Borbor: “Se producen desplazamientos de personas. Los comuneros deben tomar conciencia de mantener sus territorios. Eso puede significar que en el futuro tengamos una gobernanza mixta entre locales y extranjeros. En consecuencia, quienes vienen de otros países deben conocer bien el territorio y todos respetar nuestras diferencias”.
En Salinas, el grupo de Facebook para migrantes estadounidenses tiene 5.400 miembros. Su administrador, Rick Taylor, jubilado y residente desde 2013, dice que conocía a casi todos cuando el grupo apenas superaba los mil. “Creo que en Cuenca hay más de diez mil norteamericanos, y en Santa Elena y sus alrededores unos dos mil”, calcula.
Según datos oficiales, en 2013 solicitaron visas temporales y permanentes 5.870 estadounidenses; en 2023, la cifra fue de 2.034 personas.
El marino retirado William Taylor llegó a Ecuador en 2009 con una visa de inversionista, que le permitió abrir un restaurante y un hotel en Salinas. “Estuve soltero muchos años, pero encontré a alguien con quien disfruto estar. Es inteligente, trabajadora y divertida. Nos presentó una amiga norteamericana y su hija de 12 años nos animó a intercambiar números”, cuenta entre risas.
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