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Buena Vida

Rutinas sencillas para sentirte más activo y motivado cada jornada
Pequeños cambios en tu rutina pueden transformar tu salud física, mental y emocional
Adoptar hábitos saludables puede parecer un reto, pero todo comienza con pasos pequeños y sostenidos. Incorporar prácticas simples puede generar cambios profundos en la salud física y mental. Según Bupa Latinoamérica, mejorar el bienestar no requiere transformaciones drásticas, sino constancia: iniciar con acciones pequeñas, como moverse más o dormir mejor, puede tener un impacto positivo en la calidad de vida.
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A continuación, repasamos algunos hábitos que pueden ayudarte a sentirte con más energía y equilibrio cada día, junto con recomendaciones para mantenerlos en el tiempo.
Alimentación equilibrada

Una buena alimentación es la base de cualquier estilo de vida saludable. Consumir una variedad de alimentos de calidad, ricos en nutrientes, ayuda al organismo a funcionar correctamente. Frutas, verduras, cereales integrales y proteínas magras deben ser la prioridad en cada plato.
Además, es importante reducir el consumo de azúcares, grasas saturadas y alimentos ultraprocesados. Apostar por ingredientes frescos y naturales mejora la digestión, fortalece el sistema inmune y previene enfermedades crónicas.
Hidratación constante
El agua es esencial para el cuerpo. Facilita la digestión, regula la temperatura y ayuda a eliminar toxinas. Se recomienda beber entre seis y ocho vasos al día, aunque la cantidad puede variar dependiendo del clima o la actividad física.
No solo se trata de cantidad, sino de mantener una rutina de hidratación consciente. Tener una botella de agua a mano o consumir frutas con alto contenido líquido, como sandía o naranja, son formas simples de mejorar este hábito.
Ejercicio regular: moverse cada día

El ejercicio no solo fortalece el cuerpo, también mejora el estado de ánimo. Bastan 10 a 15 minutos de actividad física al día para notar la diferencia: caminar, bailar o subir escaleras puede aumentar la energía y reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares.
El movimiento constante estimula la liberación de endorfinas, lo que genera sensaciones de bienestar y combate la ansiedad. Realizar tareas domésticas, pasear con la familia o hacer pausas activas en el trabajo son formas prácticas de mantenerse en movimiento sin esfuerzo.
Descanso reparador
Dormir bien es tan importante como comer o ejercitarse. Establecer una rutina de sueño regular mejora la concentración, fortalece el sistema inmune y ayuda a la recuperación del cuerpo.
Evita las pantallas antes de dormir y limita la cafeína durante el día. Usar el dormitorio solo para descansar y mantener horarios estables puede marcar la diferencia en la calidad del sueño.
Gestión del estrés

Aprender a manejar el estrés es clave para una buena salud mental. Practicar meditación, respiración consciente o yoga puede ayudar a reducir la ansiedad y mejorar el equilibrio emocional.
Según Mayo Clinic, cuando el estrés no se gestiona puede afectar al corazón y al sistema digestivo, por lo que adoptar estrategias para relajarse no es un lujo sino una necesidad.
Relaciones saludables
Cultivar vínculos positivos con los demás fortalece el bienestar emocional. Rodearse de personas que aporten apoyo y empatía reduce el estrés y mejora la autoestima.
Es fundamental también establecer límites y evitar relaciones que generen dependencia o malestar. Un entorno social saludable puede ser tan beneficioso como una buena alimentación.
Higiene y cuidado personal
Mantener una correcta higiene personal es una de las formas más simples de proteger la salud. Lavarse las manos con frecuencia, cepillarse los dientes y cuidar la piel son acciones básicas, pero esenciales para prevenir enfermedades.
Además, dedicar tiempo al cuidado corporal refuerza la autoestima y el bienestar general. Según Everyday Health, una rutina de limpieza constante puede incluso mejorar la salud mental y la percepción de uno mismo.
Desconexión digital
Controlar el uso de dispositivos electrónicos es otro hábito saludable. Pasar demasiado tiempo frente a pantallas puede afectar la vista, el sueño y el estado de ánimo.
Fijar límites de tiempo y reemplazar algunos momentos de conexión por actividades al aire libre o lectura puede marcar una gran diferencia en el bienestar diario.
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