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Engabao Republic se convirtió en una marca que representa a esta localidad de la Península.Néstor Mendoza

Engabao Republic: ¡Surf, chanchos y éxito!

Carlos Pimentel creó una marca que mezcla humor y cultura para poner a la comuna en el mapa internacional.

Todo comenzó en los 90, cuando Carlos Daniel Pimentel Vásconez llegaba con sus panas a Puerto Engabao -en ese tiempo llamado La Orilla- a montar olas. Mientras peleaba con el mar, unos chanchos se metían al agua como si nada. “Ellos nos miraban mientras surfeábamos, era raro pero natural”, recuerda.

Años después, entre 2004 y 2005, viajó a San Diego, California, donde trabajó de recepcionista en un hotel. Allá se quedó loco al ver que los chanchitos eran tratados como joyas: corrían carreras, desfilaban en disfraces y hasta vivían como reyes en casas de millonarios. “Me impresionó ver que esos cerdos enanos eran símbolo de estatus. Incluso existe una carrera famosa, la Alaska Big Race, que reparte miles de dólares”, cuenta Pimentel.

Con esa idea en la cabeza, conectó el ícono de California -el oso en su bandera- con Engabao. “Allá hacían banderas con el oso en tablas de surf. Entonces pensé: ¿por qué no un chancho sobre la tabla, como emblema de Engabao?”.

En 2010 volvió al Ecuador con su esposa sueca. Con sus ahorros abrieron un hostal. Ella se fascinó tanto con los chanchos que hasta los alimentaba en la playa, despertando curiosidad. Dos años más tarde, un amigo apodado Borrador le diseñó unas camisetas con un logo: el chancho surfista junto al faro.

El resto fue cosa del destino. Unos turistas alemanes vieron las camisetas y quisieron comprarlas. Pimentel dudó, pero al final aceptó. “Les pedí 15 dólares para que no insistan… ¡y las pagaron sin chistar!”. Ese fue el arranque.

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Luego vinieron más pedidos: camisetas, gorras, banderas y calcomanías para tablas. Los extranjeros eran los clientes más fieles. “Los ecuatorianos al inicio no querían, porque relacionaban al chancho con lo sucio. Pero los turistas lo veían como algo auténtico y divertido”, explica.

Así nació Engabao Republic, que pronto se expandió. Tiendas en Montañita, Manta, Cuenca, Quito y Guayaquil comenzaron a vender la marca. Los europeos y gringos la llevaban como recuerdo. Incluso empresarios llegaron en autos de lujo a comprar gorras para mandarlas a sus familiares afuera.

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Hoy Pimentel quiere dar el gran salto: internacionalizar la marca. Llaveros, pulseras y nuevos artículos ya están en proceso. “El chancho se volvió símbolo de Engabao, una marca turística que traspasó fronteras. Queremos estar en países del primer mundo”, afirma emocionado.

De aquellos chanchos que nadaban en la playa a una marca que representa identidad, humor y surf, la historia de Engabao Republic demuestra que los símbolos más inesperados pueden convertirse en cultura, dice Brinyer Tomalá, vecino del balneario.

En Engabao los chanchos caminan libres como las olas que revientan en la orilla. Para algunos son problema, para otros, un atractivo que saca sonrisas. “Hoy son parte del encanto turístico”, señala Alejandra Córdova, de la Universidad de las Artes, que capacita a los niños de la comuna en arte y cultura.

La tarea no es sacarlos, sino cuidarlos, organizarlos y aprovechar su presencia como valor agregado que refleje la autenticidad y el espíritu libre de Engabao, manifiesta el turista Ricardo Corral, publicista de profesión.

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