Hay parejas que aseguran que una canción puede encender más que una copa de vino. Aquello lo sostiene una encuesta de este año de la plataforma Gleeden -especializada en organizar aventuras extraconyugales-, donde un 62 % de los encuestados considera que la música mejora la experiencia en la intimidad.

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La sexóloga Johanna Aguilar, consultada por EXTRA, explica que la música tiene la capacidad de intensificar la excitación, ya que estimula el oído y potencia la atmósfera erótica. Sin embargo, advierte que lo ideal es que ambos disfruten lo que suena y que no se sientan incómodas.

“La mujer suele preferir música romántica, suave y relajada, mientras que el hombre opta por géneros más intensos y rápidos”, comenta. Aunque cada pareja tiene su propio gusto, en la práctica clínica Aguilar ha visto que las baladas suelen ser las más eficaces para despertar el deseo, porque transmiten tranquilidad y generan cercanía emocional.

La electrónica, la salsa, la bachata o incluso el reguetón también cumplen un papel importante, sobre todo en el preámbulo, cuando el baile pegado y el roce genital -comúnmente llamado ‘perreo’- dan pie a algo más.

En algunos casos, la música también se convierte en una herramienta terapéutica para parejas que caen en la rutina: basta con pactar señales, como escoger una canción que funcione como código secreto para proponer un encuentro, lo que ayuda a romper la monotonía, aconseja Aguilar.

¿Cómo influye la música en la sexualidad?

Amaranta Mantilla, psicóloga especializada en terapia sexual, coincide en que la música puede convertirse en una aliada frente al aburrimiento.

Para ella, los famosos ‘playlists sexuales’ de plataformas como Spotify o YouTube funcionan como un buen punto de partida. “Son una alternativa válida para comenzar con experiencias sexo-musicales, pero siempre deben complementarse con otros estímulos para que la vivencia sea más satisfactoria”, explica.

Mantilla destaca, además, que la música crea atmósferas de seguridad que aíslan a la pareja del entorno y facilitan la concentración, lo que en ciertos casos permite alcanzar con mayor facilidad el clímax.

Aún así, también hay advertencias. La especialista subraya que depender siempre de la música puede generar una especie de condicionamiento psicológico. El riesgo es que, al repetirse en cada encuentro, pierda su carácter novedoso, que es precisamente lo que la hacía tan excitante al inicio.

Por eso aconseja alternar la música con otros recursos y no subestimar el silencio, porque “también puede ser excitante, porque invita a experimentar de manera distinta, prestando atención a la presión, la temperatura, la respiración, los sonidos del cuerpo”.

Y aunque las generaciones influyen, pues para los jóvenes usar música en el sexo es natural, mientras que en mayores puede no ser lo más habitual, lo esencial, de acuerdo a ambas terapeutas, es animarse a experimentar.

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