Luis Alberto Samueza espera que las investigaciones de la Fiscalía determinen algún tipo de responsabilidad en contra del dueño de un gimnasio por la muerte de su nieto.

El hecho ocurrió el 28 de noviembre del 2024. Liam Jared Samueza tenía 12 años y se preparaba para una competencia en el centro de entrenamiento ubicado en San Miguel del Común, norte de Quito.

Según Luis Alberto, el adolescente se habría enfrentado a otro joven de 17 años que, al parecer, lo golpeó hasta mandarlo al hospital.

El dueño del establecimiento y sus trabajadores supuestamente no le habrían dado los primeros auxilios al adolescente y lo llevaron a la casa de salud media hora después de que este quedara inconsciente en el cuadrilátero.

“Uno de los instructores le había dicho a los médicos que el joven luchador tuvo un golpe abdominal”, mencionó Luis Alberto.

Sin embargo, los galenos no encontraron anomalías en esta parte del cuerpo. Notaron que el problema estaba en la cabeza. “Le destrozaron el cerebro”, dijo el abuelo de Liam.

Al adolescente le practicaron radiografías y determinaron que tenía muerte cerebral. Lo indujeron al coma, estuvo con oxígeno inducido y cinco días después de luchar por sobrevivir, lo desconectaron de las máquinas.

¿Quién es el dueño del gimnasio?

El hecho saltó a la luz el pasado 29 de octubre de 2025, cuando personal de la Agencia Metropolitana de Control (AMC) y miembros de la Policía Nacional intervinieron el lugar y lo clausuraron por no contar con los permisos de funcionamiento. En ese momento, la familia del menor decidió hablar de lo sucedido.

Luis Alberto indicó que antes no lo hacían porque no querían interferir en las investigaciones de la Fiscalía. Sin embargo, durante ese tiempo se habían tomado versiones de testigos que estuvieron el día de la pelea que provocó la muerte de Liam.

Por otra parte, el propietario del gimnasio se habría fugado cuando vio a los uniformados y a los funcionarios del Municipio. Hasta el cierre de esta edición no aparecía.

Peleas clandestinas y salvajes

EXTRA dialogó con moradores del sector, quienes comentaron que los combates ‘tapiñados’ tenían un origen turbio. Según ellos, el dueño del gimnasio entrenaba con demasiada exigencia, brutalidad y violencia a sus alumnos.

Además, presuntamente solía pactar peleas o realizar encuentros improvisados con gente de afuera para probar a sus alumnos. El día de la tragedia, Liam había completado su rutina de ejercicios diaria y, antes de irse, el entrenador le habría dicho que esperara para la última fase de preparación antes de la competición.

Al parecer, llamó a varios estudiantes de un colegio cercano para que se midieran con el adolescente de 12 años a cambio de dinero. La cantidad exacta se desconoce, pero la idea era que el ganador se llevaba el dinero que se pactaba.

Por si fuera poco, para estos encuentros esporádicos el instructor solía cobrar un dólar de entrada a los espectadores que querían ser parte de estas peleas clandestinas. El joven que intercambió golpes con Liam, según los moradores del sector, ya no asiste al colegio y se desconoce su paradero.

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