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La violencia en el país genera temor entre los ciudadanos. Un informe del GITOC revela detalles estremecedores.Archivo EXTRA

Negro Willy, alias Fito y la fragmentación que hunde a Ecuador en violencia

Un informe del GITOC revela cómo la fragmentación criminal alimenta masacres y homicidios. Estos son los detalles a los que EXTRA accedió

La violencia en Ecuador ha escalado en intensidad y brutalidad en los últimos años, y las recientes masacres de este 2025 en las cárceles de Machala y Esmeraldas muestran con crudeza cómo la fragmentación de los grupos criminales se ha convertido en un factor determinante de la crisis de seguridad. 

El informe “La crisis criminal en Ecuador”, elaborado por Renato Rivera, de la Iniciativa Global contra la Delincuencia Organizada Transnacional (GITOC, por sus siglas en inglés), explica que el país atraviesa un nuevo ciclo marcado por la ausencia de liderazgos sólidos, la reconfiguración de alianzas y el aumento de la rentabilidad de economías ilícitas como el narcotráfico, la minería ilegal y la extorsión.

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Los hechos carcelarios de septiembre de 2025 encienden las alarmas: en Machala, los Lobos Sao-Box irrumpieron con violencia contra internos vinculados a Los Choneros y a una facción rival de los Lobos, dejando 14 muertos. Apenas tres días después, en Esmeraldas, los Tiguerones replicaron la misma táctica (simular la muerte de un preso para forzar la apertura de celdas) y asesinaron a 17 reclusos de bandas contrarias. Estas masacres, con escenas de decapitaciones y uso de granadas, confirman que el fraccionamiento de las organizaciones ha generado pugnas cada vez más impredecibles.

El líder de Los Choneros, José Adolfo Macías Villamar, actualmente enfrenta cargos en Estados Unidos.Archivo

El peso de la fragmentación de los grupos criminales en Ecuador

El informe de Rivera recuerda que el proceso de división no es nuevo. Ya en 2020, tras el asesinato de Jorge Luis Zambrano, alias Rasquiña, líder histórico de Los Choneros, el país vivió una primera ola de violencia que se trasladó de las cárceles a las calles. Hoy, ese patrón se repite pero de manera más caótica: las facciones son más pequeñas, carecen de jerarquías claras y se disputan con extrema violencia territorios, rutas y mercados ilícitos.

El caso de William Joffre Alcívar Bautista, alias Negro Willy, cabecilla de Los Tiguerones detenido en España en 2024, es emblemático. Su captura abrió una grieta dentro de Los Tiguerones que derivó en la creación de dos grupos: Los Fénix y Los Igualitos. Los primeros mantienen vínculos con Las Águilas, una facción de los Choneros, mientras que los segundos reforzaron su alianza con Los Lobos. Este reacomodo refleja cómo la salida de líderes —sea por arresto, asesinato o extradición— multiplica facciones y alianzas cruzadas, aumentando la violencia.

Algo similar ocurrió con los Chone Killers tras el asesinato de su jefe, alias Ben 10, en diciembre de 2024. La organización se fracturó en al menos cinco facciones, dos de ellas ahora alineadas con los Lobos. En conjunto, estos procesos han provocado una especie de “segunda ola de violencia”, descrita por Rivera como un efecto dominó que se expande por todo el país.

Alias Negro Willy en encuentra en España, en proceso de extradición a Ecuador.Cortesía

Cifras que muestran la magnitud del problema en Ecuador

Los datos oficiales del Ministerio del Interior confirman el deterioro. Entre 2020 y 2025, Ecuador pasó de una tasa de 8.1 homicidios por cada 100.000 habitantes a 50.2 por cada 100.000, la más alta de Latinoamérica. 

El número de asesinatos ascendió de 1 372 en 2020 a más de 9.100 proyectados para 2025. Aunque en 2024 hubo un descenso transitorio (7.028 homicidios frente a 8.248 en 2023), el rebrote de violencia en 2025 evidencia que la fragmentación criminal alimenta una espiral difícil de contener.

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El caso de Durán, donde la tasa llega a 140 homicidios por cada 100 000 habitantes, muestra la crudeza del fenómeno. Allí, la fragmentación de los Chone Killers disparó asesinatos de jóvenes reclutados por facciones rivales. Rivera señala que la diversificación de economías ilegales mantiene alta la rentabilidad del crimen y explica por qué incluso con golpes a los líderes, la violencia no cede.

Benjamín Camacho, alias Ben 10, era el líder de los Chone Killers y fue asesinado en Colombia.Canva (cortesía)

Nuevas alianzas y recomposición del poder en Ecuador

El informe también documenta cómo las divisiones internas abren paso a alianzas estratégicas que reconfiguran el mapa criminal. Los Lobos, por ejemplo, buscan consolidar un monopolio sobre drogas y minería ilegal. Su capacidad de tejer pactos con facciones de los Chone Killers y con los Igualitos de los Tiguerones fortalece su control logístico y territorial en provincias como Guayas, Los Ríos y Manabí.

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Este reacomodo recuerda al de 2021, cuando surgió la alianza “Nueva Generación”, que integró a Tiguerones, Lobos y Chone Killers tras una ola de masacres. Hoy, sin embargo, la dispersión es mayor y el resultado son escenarios más volátiles.

Los escenarios de Ecuador para el 2026

Renato Rivera, en su informe, identifica tres posibles escenarios para el corto plazo:

  • Retorno de Negro Willy: España concedió a Ecuador un plazo para concretar su extradición bajo garantías de derechos humanos. Si regresa, su plan de “limpieza interna” podría desatar nuevas masacres entre Fénix e Igualitos, tanto en cárceles como en calles.
  • Consolidación de alianzas: Si los Lobos logran afianzar sus vínculos con Igualitos y facciones de los Chone Killers, podría darse una reducción temporal de homicidios en ciertas provincias, producto del dominio de un bloque criminal más cohesionado.
  • Riesgo comunitario: La falta de liderazgos estables obligará a las comunidades a renegociar pactos de sobrevivencia. Líderes barriales o comunales podrían ser acusados de colaborar con una u otra facción, aumentando desplazamientos y asesinatos selectivos.

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