Los muertos también escuchan música, o por lo menos, así lo creen los familiares de los difuntos que descansan en el camposanto de Calderón, la parroquia más grande, en el norte de Quito.

Una tradición ancestral

En este espacio es una tradición llevar alimentos y comer cerca de las tumbas, orar por las almas y llevarles recuerdos con los que se identificaban cuando estaban en vida. Sin embargo, también hay personas que le dedican canciones a los nichos y a los mausoleos como parte de un homenaje al más allá.

Y para este tipo de ceremonias existe un grupo de cinco artistas que pertenecen a la iglesia de la parroquia y que cada 2 de noviembre alistan su mejor repertorio para acompañar en el dolor a los invitados del cementerio.

Desde lejos, en uno de los pasillos principales se alcanza a escuchar un golpe frecuente cada medio segundo. Al inicio parecería que alguien está martillando para arreglar alguna tumba; sin embargo, en la medida que se acerca el sonido, se reconoce que se trata de un bombo.

Además, se pueden identificar las notas de un saxofonista que aparecen junto a los rasgados de una guitarra. Al caminar más de cerca se escucha las voces cálidas y brillantes de dos mujeres. Una de ellas con un tono más agudo y la otra haciendo los acompañamientos.

Están vestidos de negro, llevan paraguas, sombrero o gorra para cubrirse de los rayos del sol. Tocan y cantan al unísono, sin perderse ningún compás. Son una especie de banda moderna de ‘jazz andino fúnebre’.

Honor a los muertos

Roberto Yajamín es el guitarrista del grupo y afirma que esta iniciativa de acompañar con música al dolor de los deudos surgió cuando el cementerio, de apoco, dejó de tener espacios donde las personas podían sentarse, conversar y almorzar con las almas.

Como católicos, y al ser parte del grupo musical de una iglesia de Calderón, decidieron ser parte de las ceremonias que se festejan por el Día de los Difuntos.

Roberto señala que sus canciones pretenden enaltecer la música tradicional ecuatoriana. Pasillos, pasacalles y tonadas son los principales géneros con los que deleitan a los muertos. Aunque también asegura que se adaptan a los temas que solicitan los familiares de los difuntos.

Pasión en cada cántico

Miriam Hernández es la vocalista principal de la agrupación. Ella canta con tal nostalgia que parecería que es su mismo pariente el que se encuentra en la tumba o el nicho a donde se dirige con su mirada. La artista añade que no solo se dedican a cantar sino que también son parte de la organización de la misa campal que se realiza en el cementerio.

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